Por Redacción - 1 Marzo 2018
Los selfies se han convertido en uno de los elementos que se suelen ridiculizar cuando se habla de las redes sociales y del comportamiento de los usuarios de las mismas. Hemos empezado a hacer selfies todo el tiempo y a emplearlos de forma abrumadora. No es difícil, por tanto, hacer de ellos una parodia y un elemento para el escarnio, especialmente cuando aparecen noticias tras noticias de personas a las que les ha pasado algo por culpa del selfie que estaban haciendo.
Pero que protagonicen críticas, parodias y chistes no ha hecho que sean menos populares. Seguimos haciendo muchos selfies y lo que es más importante, al menos para marcas y empresas, seguimos publicándolos de forma masiva en redes sociales.
Los selfies son, se mire como se mire, una ventana abierta a los consumidores, a lo que les interesa, lo que quieren mostrar al mundo y lo que les rodea. Los selfies cubren aquellas cosas que les parecieron relevantes en su momento y también lo que están haciendo, viendo, vistiendo o consumiendo. Y, por tanto, son una oportunidad bastante clara para conocer mejor a los consumidores y conectar con ellos.
Las marcas y las empresas llevan años empleando las redes sociales para intentar comprender mejor a sus consumidores. Es la era de la escucha social y de analizar los mensajes que se publican día tras día y hora tras hora. Como recuerdan en un análisis de Crimson Hexagon, las compañías se han lanzado a analizar lo que se dice en miles de millones de mensajes publicados en redes sociales cada día.
Sin embargo, también deberían empezar a analizar lo que se dice en los miles de millones de imágenes que se publican. Cada día, se suben una media de 3.000 millones de imágenes a las redes sociales. Las marcas y las empresas tienen que mirarlas, leerlas y analizarlas si quieren seguir comprendiendo qué es lo que les interesa a sus consumidores y qué es lo que pueden hacer para llegar hasta ellos. La tecnología ya ha hecho que sea posible leer y comprender imágenes.
Qué se debe buscar cuando se leen selfies
Y de las imágenes las marcas y empresas tienen que centrarse sobre todo en los selfies, porque estos dotan de contexto a sus consumidores. Hace unos años, una compañía de dentífricos de EEUU pagaba a los usuarios un dólar si le mandaban un selfie de ellos mismos lavándose los dientes. Lo hacía porque gracias a eso lograba comprender cómo se comportaban los consumidores cuando se lavaban los dientes y, sobre todo, qué otros productos estaban presentes en el proceso.
Los selfies son importantes por justamente eso, como recuerdan en el análisis. En vez de leer lo que los consumidores quieren contar de su experiencia de consumo, en realidad son una ventana directa a la experiencia real que hacen del mismo. No se trata solo de la presencia del producto en la imagen, sino también del qué la rodea. Por ejemplo, para las marcas de ropa deportiva es importante establecer dónde realmente visten sus productos sus usuarios.
El mix de lo que hay que buscar cuando se leen los selfies se integra, por tanto, del logo de la marca, pero también de las escenas en las que se ubica la acción (y que permiten conocer cómo se relaciona el usuario con el producto), los objetos que los rodean (clave para el dónde, por qué y cómo del uso) y las acciones en las que esos productos se están empleando.