
Por Redacción - 14 Marzo 2018
Generar contenidos de forma continua para compartir en las redes sociales genera ciertos problemas. Por un lado, el caudal de contenidos que se necesitan para estar siempre activo es muy elevado, lo que implica muchas exigencias en términos tanto de trabajo como creativos. Por otro lado, no siempre los contenidos tienen el efecto que buscamos, lo cual genera cierta frustración. Esperar que algo triunfe y que no lo haga no es la mejor de las sensaciones. Y, finalmente, toda esa actividad hace que se cree una suerte de nevera, de archivo, de contenido que un día se publicó y al que ya nadie está accediendo.
Y ¿no es ese contenido una potencial fuente de material para el reciclaje y para volver a compartir en las redes sociales? ¿No deberían las marcas y empresas aprovechar el trabajo ya hecho y no dejar languidecer lo ya creado en el limbo de lo olvidado?
De entrada, el contenido se puede volver a emplear. No son pocos quienes temen, cuando vuelven a publicar el contenido, que sus seguidores se acaben hartando de ver una y otra vez las mismas historias, repetidas hasta el aburrimiento. Sin embargo, los expertos aseguran que es poco probable que esto ocurra porque es igualmente poco probable que los seguidores hayan visto en origen la actualización de la que se está hablando.
La falta de alcance orgánico, especialmente en redes sociales como Facebook, hace que quien haya visto de entrada el contenido sea muy poca gente, como recuerdan en un análisis de SocialFlow. Si el alcance orgánico está en el 5% de los seguidores, repetir los contenidos tiene un amplio margen para llegar a quienes no los habían visto en un primer momento. Incluso quienes lo han visto lo más probable es que lo hayan ignorado o que no lo hayan procesado. Quienes sienten que han visto dos veces lo mismo serán una minoría.
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