Artículo Social Media Marketing

Postureo máximo y última locura de los influencers: hacen creer que tienen campañas cuando nadie les paga por ello

Es un miente hasta que sea cierto, ya que con ello esperan crearse un portfolio y lanzar luego publicidad de marcas de pago

Por Redacción - 19 Diciembre 2018

¿Por qué alguien iba a incluir un anuncio que en realidad no es tal? ¿Por qué se iba a hacer creer que una marca o una empresa está pagando por un mensaje por el que en realidad no lo está haciendo? En cierto modo, podría parecer que no tiene lógica ninguna hacer creer que se están recibiendo ingresos publicitarios cuando no se están recibiendo ningunos y, sin embargo, eso es lo que están haciendo algunos influencers.

La última locura del marketing con influencers, la última pista que señala que quizás las cosas se han ido un tanto de las manos en este escenario, es esa: hay usuarios en Instagram que fingen que les pagan por hacer publicidad para así hacerse ver de un modo mucho más llamativo y profesional. Es decir, en la carrera por convertirse en influencer de palo ya no vale con simplemente autoproclamarse como tal sino que además hay que dar ciertos toques cosméticos.

"Cuantos más patrocinadores tengas, más credibilidad tendrás". La declaración está en el subtítulo del análisis que The Atlantic ha dedicado al fenómeno y explica qué es lo que hace que los usuarios de las redes sociales hayan empezado a jugar con esta idea en la carrera por convertirse en influencers.

Los ejemplos se suceden. Una de ellas publicó una foto de un smartphone que era similar a la que la propia marca había publicado vinculada al lanzamiento. La subió a una de sus stories y etiquetó a la compañía. La empresa no estaba pagando por la publicación, aunque los seguidores de la influencer posiblemente dieron por sentado que eso era lo que ocurría. La influencer no los sacó del engaño: eso era justamente lo que quería.

Como explican en el artículo, si hace diez años promocionar artículos en redes sociales te hacía parecer un vendido, ahora se ha convertido en un síntoma de éxito. Dado que los influencers son de dominio público y la gente sabe cuánto les pagan y cuánto dinero mueven, transmitir que se es uno de ellos es una especie de marca de éxito. El postureo de haber triunfado es ahora ponerse una foto que podría ser simplemente publicar fotos "pseudo-patrocinadas".

Miente hasta que sea verdad

Pero estos aspirantes a influencers no solo toman esta decisión para crearse una imagen pública, sino también para impactar en su relación con las marcas. Es un "miente hasta que puedas vivir de ello".

Dado que las compañías quieren antes de fichar a los influencers ver qué es lo que han hecho antes en el terreno publicitario, estos aspirantes tienen difícil encontrar su primera oportunidad de hacer caja. La solución, o esto están viendo algunos, es simplemente hacer publicidad "de mentira" hasta que aparezca la de verdad.

Y esto puede ser lo que acabe ocurriendo incluso cuando el influencer tenga que ir a la marca y comprar el producto, como le ocurrió al que hizo un post promocional sobre un café cerca de su casa y tuvo que comprarse antes su taza de café para poder hacer su publicación o al que se compró la entrada al parque de atracciones que estaba haciendo un press trip con blogueros. Sus publicaciones parecían formar parte de la misma campaña, cuando en realidad no lo eran.

Sí o no para las marcas

Desde las marcas, por supuesto, el movimiento se ve con cierta sorpresa. Como apunta el responsable de una compañía cosmética a The Atlantic, la calidad de esos posts promocionales de estos aspirantes a influencers son de mucha calidad y también generan mucho contenido.

No todos lo ven así. Otras marcas, en cambio, no ven con tan buenos ojos esta publicidad gratis, ya que hace que sus marcas aparezcan en las publicaciones de influencers de nivel medio y con contenidos de calidad mediocre y que parezca que ellos han pagado por ello pero perdiendo todo control de lo que pasa con el contenido.

Para los consumidores, esto solo hace que las redes sociales sean mucho más complicadas, que separar el grano de la paja sea más difícil y que, como apuntaba al medio estadounidense una adolescente, todo Instagram parezca un enorme anuncio.

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