Por Redacción - 4 Febrero 2019

Aparecieron como tantos elementos que se acaban poniendo de moda en el mundo del marketing. Algunos casos de éxito notables mostraron cómo para algunas empresas el uso de estrellas de las redes sociales en sus campañas les había permitido conectar con sus audiencias de un modo más destacado y llegar a ellos de una manera especialmente destacada. Habían nacido los influencers y había nacido también la obsesión de las empresas con ellos.

De pronto, las compañías se encontraban con la aparente solución a sus problemas en social media marketing. Habían visto una manera de saltarse los bloqueos que imponían los algoritmos de las redes sociales, cada vez menos amistosos con las cuentas de empresa, pero también una de capturar la atención de los consumidores, que estaban manteniéndose cada vez más al margen de los mensajes de las marcas. Era el primer paso de un boom.

Porque, como ocurre cada vez que la industria del marketing y de la publicidad descubre algo que les fascina y que aparentemente les funciona, todo el mundo empezó a hablar de los influencers, estos comenzaron a estar en todas partes y los casos de éxito que se comunicaban y se ponían como ejemplo no paraban de sucederse. Los influencers se habían convertido, de un día para otro, en la varita mágica que cambiaría las cosas y en la solución a todos los problemas.

Pero ¿lo eran realmente? ¿O esta era una más de las burbujas del marketing? ¿Eran los influencers simplemente una nueva versión de los diferentes hypes que han ido creando las nuevas tecnologías?

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