Por Redacción - 9 Septiembre 2019
En los grandes festivales de cine, la actualidad informativa que generan suele estar vinculada a las estrellas de sus películas, a sus estrenos y presentaciones y al palmarés con el que cierra. Para los visitantes que están en las ciudades en los que se celebran en ese momento, son también uno de esos momentos en los que ver de cerca a las estrellas de cine.
Todo ello ocurrió en el último Festival de Cine de Venecia, que acaba de cerrar sus puertas, pero también pasó algo más. El festival se convirtió en un ejemplo más del creciente poder de convocatoria de los influencers y del frenesí que protagonizan estos personajes de las redes sociales allá donde van (si bien varía su poder de convocatoria y también el alcance de las muchedumbres que convocan). En el Festival de Cine de Venecia, la estrella más popular fue Chiara Ferragni.
Ferragni, influencer de moda que empezó ya en la era de los blogs de fotos de outfits, presentaba un documental para Amazon Prime Video y logró tener un poder de convocatoria elevadísimo. Tanto, de hecho, que, como señalan en un análisis de la agencia AFP, fue quien logró convocar a más masa de fans, superando ampliamente a las grandes estrellas de Hollywood y a su poder de convocatoria. El actor Timothée Chalamet puede ser uno de los actores de moda, pero eso, recuerdan desde la agencia, solo le hizo estar firmando autógrafos 20 minutos antes de entrar al estreno de su última película. La fiebre por Ferragni fue mucho mayor.
El caso de la influencer es llamativo (especialmente si se tiene en cuenta que estaba en un festival de cine, en el que el público debería estar interesado por las películas y por sus estrellas) pero está lejos de ser único. Los influencers están por todas partes, se adentran en cada vez más escenarios y logran despertar esa curiosidad de los famosos. Lo hacen además de una manera que casi se podría decir sin mucha duda que se acerca a la burbuja.
Antes del verano, en una de las librerías de la cadena La Casa del Libro, se acumulaban preadolescentes y más preadolescentes, haciendo cola en la planta baja de la librerías. Al final de la cola no estaba ninguna de las escritoras de literatura infantil y juvenil que venden mucho y tienen una establecida legión de seguidores, sino otros dos preadolescentes que acababan de lanzar un libro. Eran youtubers, conocidos eso sí a un nivel más bien provincial. A pesar de su limitado alcance geográfico, habían logrado llenar la planta baja de una librería de niños.
En cierto modo, el frenesí por los influencers y el interés que despiertan en el público recuerdan a lo que ocurría justo cien años atrás con los nombres del cine.
Las grandes estrellas - las que salían en los grandes éxitos de Hollywood - eran las que protagonizaban revistas y las que funcionaban como gran reclamo, pero lo cierto era que a niveles mucho más cercanos aparecer en una película se convertía ya en un reclamo para lograr cierto frenesí. Aparecías en las revistas y periódicos y tenías ese momento de fama que movía al público.
Si se leen los medios de la época, especialmente las revistas ilustradas, no es difícil encontrar artículos sobre personas que quieren ser estrellas de cine y cómo participan en castings para intentar lograrlo, un poco como ocurre ahora con todos los que quieren ser influencers.
Pero igual que entonces solo unos pocos de esos nombres eran de verdad relevantes, lo mismo ocurre ahora. Los influencers y su poder de convocatoria se han convertido en una suerte de burbuja, en una especie de torbellino que lo arrastra todo.
De hecho, no hay más que ver como el propio término de influencer ha empezado a desdibujarse y a perder significado. Ya no se trata solo de la presencia de los pseudoinfluencers o de los influencers gorrones, sino que cada vez se es más rápido a la hora de aplicar el apellido influencer a casi cualquiera que tenga una cuenta en redes sociales y entre dentro de cierto baremo de seguidores. Casi no nos planteamos si esa persona es realmente influyente y qué significa esto.
Y la burbuja y el que se haya perdido en cierto modo el norte de lo que supone ser influencer, qué es serlo y cómo responder a todo ello tiene un efecto directo sobre la estrategia de marketing.
Ahora que los marketeros están obsesionados con los influencers y con lo que les aportan, esta burbuja y el hecho de que esté menos claro que nunca quién es de verdad un influencer hacen que la estrategia de marketing con influencers se vea lastrada. Tienen que trabajar no solo con una realidad que es complicada sino también en un terreno de juego en el que las reglas no están nada claras.