
Para los consumidores, las redes sociales son ya simplemente el lugar por defecto en el que quejarse de las marcas
Por Redacción - 20 Enero 2020
La última vez que me quedé sin línea de teléfono en casa me enfrenté a una suerte de pesadilla en atención al cliente. Estuve en espera durante muchísimos minutos, perdí una hora colgando y llamando a diferentes teléfonos y en atención al cliente de la operadora me pasaron de un servicio a otro, sin darme muchas explicaciones de cuál era realmente el problema y, sobre todo, cuándo iba a estar solucionado.
Usando la red móvil, que sí funcionaba, me conecté rápidamente a Twitter para ver qué decía la gente y qué sabían ellos sobre el problema. Por supuesto, acabé haciendo lo que casi se da por sentado que ocurrirá en un momento como este. Publiqué mi propio tuit de protesta.
Y las pasadas Navidades, comiendo en un restaurante lleno de gente que estaba aprovechando los días medio festivos del período, acabé sentada al lado de una mesa que estaba teniendo problemas con su servicio. Habían pedido a la carta, les habían traído los platos fríos y les habían dicho que no había la mitad de los platos (y luego vieron cómo servían a la mesa de al lado uno de los platos que habían pedido y les habían rechazado).
Las tres comensales estaban indignadas y no era complicado seguir el desarrollo del drama desde las mesas que las rodeaban. Al final, en el momento cumbre de la indignación, una de ellas hizo una promesa casi brutal al camarero que las estaba atendiendo. "Espera a que llegue a casa", le dijo. "Os voy a dejar no uno, ¡tres! críticas negativas en TripAdvisor", añadió.
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