El consumidor es el rey, es el protagonista en cualquier acción de marketing que se realice. La era digital ha cambiado las reglas de juego. Internet y las redes sociales juegan un papel determinante en cualquier acción de marketing que se emprenda. Se ha alterado la relación entre las marcas y las personas.
Surge con fuerza un nuevo consumidor que pide honestidad y claridad a las marcas y no acepta engaños. Del consumidor pasivo e ingenuo de la época del marketing tradicional, al incrédulo y activo que actúa, protesta, se une con otros consumidores y da su opinión.
Si en el mundo publicitario ya no vale contar cualquier cosa, en el mundo promocional hay que hacer las cosas muy bien para evitar una crisis que puede arruinar la reputación de una marca en muy poco tiempo.
La mala planificación de una acción promocional, un error en su gestión, un cambio de reglas a medio camino, dejar sin incentivo a participantes por falta de presupuesto asignado, comunicar de forma engañosa en qué consiste el premio o no atender dudas reclamaciones incluso cuando es el consumidor el que no ha participado correctamente conforme a las bases legales de la promoción, provoca decepción, desconfianza y desengaño en el consumidor.
El consumidor no es tonto, reacciona, se une y una vez que la crisis llega a las redes sociales avanza tan rápido que ya es muy difícil controlarla. Tener una buena reputación online es costoso, pero es una buena inversión porque revierte en crecimiento. Pero cuidado porque cuesta muy poco perderla y las consecuencias son muy negativas. Pueden arruinar una marca. Y aunque la reacción sea rápida e inmediata puede ser que ya no se llegue a tiempo,...
El gran reto de las marcas y los fabricantes es realizar las mejores acciones promocionales, las más rentables y eficaces de cara al cliente, pero sobretodo, las acciones en las que todo cabo suelto esté atado, que se cumpla lo que se diga, que se rija por lo establecido en las bases legales.
Hay 7 normas básicas que han de cumplirse en una promoción.