Me gusta ver las cosas de manera sencilla, sin complicaciones. He leído muchas referencias a un "nuevo marketing", y también a la existencia de un "nuevo consumidor". Algunas veces me pregunto si no nos haremos nosotros mismos la vida más difícil, colocándole tantas etiquetas a las cosas y cambiándoles el nombre cada vez que podemos. ¿No te pasa lo mismo con los acrónimos?, ¿esos grupos de letras con los que abreviamos generalmente los nombres largos?, ¿te resulta familiar leer, por ejemplo, SM en lugar de "Social Media", o GPS por "Global Positioning System"? Es incluso confuso a veces, porque el mismo acrónimo puede significar dos cosas completamente diferentes dependiendo de la industria en la cual lo utilices. En fin, así somos. Pero bueno, sin desviarnos del tema, quiero volver a ver el marketing por lo que realmente es, y aprovechar para quitarle un poco las etiquetas que le hemos colgado últimamente. ¿Estamos realmente ante un "nuevo marketing"? ¿Nuevo, de paquete? Creo que no, y te explico por qué. El objetivo, al final, sigue siendo el mismo: desarrollar las acciones necesarias para poner el producto o servicio que una empresa ofrece en las manos de un consumidor que lo necesita. Todas las demás consideraciones que se puedan, y deban hacer, van íntimamente ligadas a este proceso. Tú, como empresa, fabricas un producto u ofreces un servicio y, a través de una serie de acciones, pasos, etc. lo pones en las manos de tus clientes. Algunos procesos son más complejos que otros, requiriendo grandes cadenas de distribución, políticas de precios y promoción, incentivos, etc. Otros son, por lo contrario, muy sencillos: decidir cuanto quieres cobrar por tu hora de trabajo y ofrecerle tus servicios a esa persona que te contactó por correo electrónico. En ambos casos, se trata de "marketing", aún cuando los productos sean completamente diferentes. Entonces, ¿cuál es la gran diferencia que debemos considerar que existe hoy en día, entre el marketing que hacemos hoy y el marketing que hacíamos hace 10 años? Creo que podemos definirlo con una sola palabra: ¡herramientas! ¡Sí! La diferencia está en la inmensa cantidad de herramientas que están disponibles hoy en día y que han cambiado las reglas de juego, pero sólo las reglas. El juego sigue siendo el mismo. Piensa en un piloto de avión que hace 25 años lo único que tenía para calcular su ruta de vuelo era una brújula, un cronómetro, un juego de cartas de navegación, alguna instrumentación de navegación electrónica básica y poco más. Compáralo con un piloto hoy en día que, como mínimo, tiene un GPS (para volver a los acrónimos), un piloto automático o, en el mejor caso, un FMS (por Flight Management System). ¿Ha dejado de ser piloto? Pues no. ¿Cuál es la diferencia entre este y aquél? Definitivamente son las herramientas. Y de igual manera ha ocurrido en cada campo de nuestras vidas. No hay un área, ni profesión, ni actividad que no se haya desarrollado casi de manera increíble, gracias a la tecnología y las correspondientes herramientas. De hecho, fijémonos en nosotros mismos. Yo ahora estoy escribiendo este artículo con mi portátil puesto encima de mis piernas, acostado en la cama una mañana de sábado. ¿Podría estar haciendo lo mismo si en lugar de tener el portátil tuviera una de esas pesadas máquinas de escribir de antaño?, ¿podría estar haciéndolo si no tuviera ni siquiera esa máquina de escribir? Para mí, personalmente, la diferencia está en las herramientas que hoy en día tenemos disponibles. Las situaciones y necesidades siguen siendo las mismas: quiero compartir unas fotos con alguien en otro país, quiero comprar algo que no encuentro en la tienda y lo necesito con urgencia, quiero aprender un poco más acerca de un libro que estoy leyendo, etc. ¿Cuál es la diferencia? Las herramientas disponibles. El marketing sigue siendo el mismo, sólo que ahora cuenta con unas herramientas nuevas, que lo han "repotenciado"”extraordinariamente y lo han hecho mucho más cercano, posible, flexible y efectivo. ¿No te parece?