Una vez superada y consumida la etapa postindustrial tras la presente crisis, llegamos a la culminación de la era del viejo marketing para pasar a un nuevo tipo de relaciones entre la empresa y el cliente, caracterizadas por un contexto híbrido en el que conviven de la mano sobreoferta y escasez, individualismo e incapacidad de diferenciarse, low-cost y lujo, sobreinformación digital y caída en picado de los medios tradicionales, clonación de destinos turístico-comerciales y espacios nuevos y lugares irrepetibles. Vivimos un momento en el que las verdades absolutas se derrumban y se transforman, donde los ciudadanos necesitan aislarse pero estar conectados y estar solos pero tener contacto, donde los consumidores dicen digo por la mañana y diego por la tarde y todo ello sin dejar de lado unos valores morales a los que acogerse y una capacidad de protesta y reacción creciente. Una nueva forma de relacionarse con los clientes se debe abrir paso, y para ello se precisa de una nueva raza de empresas, profesionales y personas capaces de liderar el futuro. Para describir su esencia no se me ocurre nada mejor que el título de una canción: “Alpinistes-Samurais” del grupo balear Antònia Font, que sintetiza los rasgos de este nuevo tipo de líderes necesarios: Alpinistas samuráis. El lado alpinista es el valor: aporta capacidad analítica y de adaptación, superación, esfuerzo, optimización de recursos y aventura. El lado Samurái es el honor: honestidad, honradez, justicia, rigurosidad, excelencia, compasión, trabajo, lealtad y sacrificio. Los alpinistas son planificadores, atrevidos y con un claro espíritu de superación personal. El alpinista siempre quiere ir más allá: "El alpinista es quién conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos lo soñaron"decía Gaston Rébuffat. Los alpinistas planifican el ascenso con suficiente anterioridad aunque están preparados para las sorpresas y los imprevistos, saben manejarse en la escasez y evitan las sobrecargas para ser más ágiles, rápidos y así llegar antes y en mejores condiciones a la cima. No tienen prisa y saben esperar, son perseverantes: "Lo esencial no es escalar rápido sino durante mucho tiempo" decía Georges Livanos. Y una vez en la cima, los alpinistas tienen muy claro una evidencia física que tantas veces se olvida cuando se llega arriba: que todo lo que sube, tarde o temprano debe bajar. Los samuráis son guerreros. Etimológicamente su significado es el de “aquellos que sirven”. Acostumbrados a enfrentarse diariamente a la posibilidad de su propia muerte eran muy conscientes de cada momento que vivían, llegando a morir por su causa. Tenían un valor heroico y reemplazaban el miedo por el respeto y la precaución, ayudaban a sus compañeros en cualquier oportunidad y si la oportunidad no surgía, se salía de su camino para encontrarla. A pesar de su aspecto fiero, los samurái cumplían una serie de estrictas reglas de cortesía hacia su oponente y siempre cumplían su palabra: "Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho"”se dice. Alpinistas samuráis. Valor y honor para una nueva especie de líderes preparados y capaces de ir más allá, de hacer cambios y de mejorar las cosas, siempre listos para los retos pues como dice la canción "cosas más raras nos van a pasar".