El neuromarketing es el resultado de las investigaciones de la neurociencia aplicadas al marketing. Con una intención clara de obtener éxito la comunión de ambos no da un mayor número de persuadidos, sino un mayor grado de satisfacción en el cliente. Aunque muchos confunden neurociencia y neuromarketing son dos áreas muy diferentes dentro del mismo principio: conocer la mente del hombre desde su cerebro hasta sus ideas. Las emociones guían al ser humano en sus inicios del aprendizaje. La sensación de hambre le produce un leve dolor en el estómago que durante su tiempo de nonato no había sentido. El primer momento en el que ese dolor se manifiesta descubre que puede saciarlo con determinados sonidos que la madre identificará como llanto. De este modo la necesidad es representada en dolor, en este caso, y las emociones son el mapa de guía a nuestro cerebro en un gran número de situaciones. Pero ¿Es la neurociencia una ciencia exacta? La neurociencia se encuentra este año en su apogeo, pues se ha considerado que es el "Año de la neurociencia". Así en diferentes partes del mundo se han celebrado ciclos, conferencias, o talleres de trabajo, sobre esta "ciencia de moda". Pero en sí no es más que un intento de divulgación, o una estrategia marketiniana, con objetivos mercantiles. La exactitud de muchos de los estudios es más bien incierta, pero no deja de dotar de cierto atractivo sensacionalista afirmar cosas como: "encuentran la zona del cerebro que se activa durante el enamoramiento". Presto muchos marketinianos juegan a ser Julio Verne y afirman: "el neuromarketing permitirá a las marcas que los consumidores se enamoren de ellas" aka. engagement. El cerebro de per se no es un órgano exacto, como pudiera ser el corazón, sino que está lleno de complejidades que permiten que cada individuo funcione de una forma (combinación) completamente diferente a otro. La neurociencia nace como una investigación sobre el cerebro humano desde un punto de vista químico, fisiológico, e incluso humanístico. Gracias sobre todo al estudio psicológico los fundamentos de muchas de sus afirmaciones tienen un calado social importante. Basta hacer una pequeña búsqueda en Internet para poder observar cómo el uso de la neurociencia a modo de bálsamo genial unta cientos de artículos con aseveraciones tajantes, expertos con títulos de universidades extranjeras, y por supuesto con la promesa de que "por fin" vamos a conocer el cerebro humano. Pero no es lo mismo la neurociencia seria, el neuromarketing de feria, y la paranoia dentro del marketing en la que se empiezan a ver resultados por inversión (ROI), dentro de estudios del comportamiento humano aplicados individuo a individuo. La globalidad del hombre, o la comunicación a la masa, está lleno de interferencias a lo que sería un caso de estudio del cerebro individual de un humano. Variables como el denominado "efecto jauría" no se pueden desarrollar en un laboratorio con la precisión de una situación real. Recuerdo a los lectores que el efecto jauría se basa en la respuesta, generalmente violenta, de una masa ante una verdad incómoda. En muchos casos esta reacción de un grupo de gente no se daría en caso de que el mismo estímulo, en este caso una verdad incómoda, se le ofreciese a título individual. Es un error muy grande mezclar ambas disciplinas en el mismo saco, si por un lado la neurociencia es joven y relativiza todos sus descubrimientos, el marketing es avispado y trata de sentar cátedra para garantizar resultados.