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Las uvas de Fin de Año: ¿marketing de larga duración?

Aunque lo de que se las "inventaran" los productores de uvas es posiblemente un mito, su historia es muy relevante para los marketeros
Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...

Cada año, en la última noche del año, los españoles reunidos en sus casas cuentan pacientemente doce uvas y se preparan para el que será uno de los momentos un tanto más ridículos que vivirán en los doce meses a los que están a punto de decir adiós o en los siguientes. Con cada toque de campana —seguida vía televisión y que suele ser la de la Puerta del Sol de Madrid— cada miembro de la familia se llevará una uva a la boca. No lograr acabar las doce uvas cuando llegue el final de las campanadas es mala suerte.

La tradición se repite año tras año y década tras década y se ha asentado ya como el ejemplo de lo que es la Navidad tradicional española. Sin embargo, y como tantas otras cosas, la tradición no es tan antigua como se invita a pensar cuando se insiste que es “de siempre”. Así, como el Roscón de Reyes —una tradición navideña que triunfó gracias a un buen marketing—, las uvas de Fin de Año se popularizaron a principios del siglo XX entre la población. Pasaron de ser una práctica de las clases sociales altas —como también ocurrió con el roscón— a ser algo que consumía toda la población.

Pero ¿son las uvas de Fin de Año también el ejemplo de una campaña de marketing muy eficiente? Al fin y al cabo, los culpables de que comamos uvas son los productores de esta fruta. ¿O no?

De dónde vienen las uvas

Si se pregunta a cualquier español de dónde viene la tradición de comer uvas en el día de Fin de Año posiblemente alguien acabará contando la siguiente historia. A principios del siglo XX, hubo una sobreproducción de uvas y los agricultores se encontraron con que no sabían qué hacer con ellas. Por eso, crearon la idea de las “uvas de la suerte”, hicieron publicidad y ahora todos comemos uvas en Navidad. Sin embargo, si se bucea en la historia gastronómica de esos años, la teoría de la campaña publicitaria de éxito se tambalea.

Como recuerdan en Directo al Paladar, sobre cómo se empezaron a comer las uvas de Fin de Año hay muchas versiones. Sin embargo, la de que en 1909 hubo super producción parece la más floja. A finales del siglo XIX los aristócratas ya estaban comiendo uvas en sus fiestas de cierre de año.

De hecho, es posible que la popularización de la idea arrancase con una sátira, como apuntaMuy Historia. Frente a los ricos que bebían champán y comían uvas en sus casas, el resto de la población madrileña se enfrentaba a una prohibición hacia 1880 de celebrar las Navidades (el día de Reyes, que era una jornada de mucha fiesta) en la calle. Como protesta y divertimento, se empezaron a reunir en la Puerta del Sol para escuchar las campanadas de las 12 de la noche del 31 y burlarse de las costumbres de los ricos. Así, se empezó a comer uvas en la popular plaza.

Aun así, no todo está exento de marketing en esta historia. Para 1898, ya había anuncios en la prensa española en la que los productores vendían la idea de "las uvas de la suerte". Es decir, a lo que se estaba empezando a convertir en algo habitual, los productores le sumaron el ritual y la idea mágica. Sea como sea, la práctica logró llevar más allá de su temporada el consumo de uvas —y que por eso se las pagase más caras en diciembre— y asentarse como un elemento de la cultura colectiva. Puede que los productores de uvas no se lo sacasen de la manga, pero sí supieron aprovechar la idea.

Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...
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