Si te preguntase cuáles son los momentos más especiales de tu vida, estoy seguro que en tu respuesta habría algún “aquel viaje a…”, “aquella cena en…”, “aquel cumpleaños que…” o “aquel concierto de…”. Cambia viaje por sueño, cena por felicidad, cumpleaños por familia y concierto por adrenalina. Acabamos de pasar el nivel básico del marketing experiencial, aquel que evoca emociones a través de las marcas.
El valor de este marketing de experiencias no es nada nuevo, pero el rápido ascenso del mundo digital sumado a las consecuencias de la COVID-19 lo han hecho aún más valioso. Ahora más que nunca buscamos experiencias auténticas que nos hagan sentir cosas y nos acerquen a una comunidad de la que podamos formar parte.
Como la vida misma. Todos recordamos esos momentos únicos que, por un motivo u otro, nos han marcado. De ahí que las emociones mueven el mundo. También los clientes. ¿Y hay algo que mueva más emociones que una experiencia? Si exprimimos estratégicamente todo el jugo emocional que puede llegar a tener un evento o actividad para nuestro público, crearemos recuerdos inolvidables vinculados a nuestra marca. Así, marca y cliente se encuentran, coexisten y estrechan lazos unidos por la emoción y los sentimientos.
El profesor de Harvard Gerald Zaltman ya lo advirtió hace algunos años en su libro ‘How Customers Think: Essential Insights into the Mind of the Market’: el 95% de nuestras decisiones de compra se toman de forma subconsciente, impulsadas en gran medida por emociones y sentimientos. ¿Qué nos sugiere este dato? Que resulta esencial que encontremos los denominados territorios de marca. Ahí está el secreto del marketing experiencial. Para eso, hay que explorar todo territorio relacionado con la actividad principal de la marca y ser capaz de ver más allá. Este es, precisamente, uno de los errores más comunes, pero no nos adelantemos.
La importancia de asociar emociones a la marca trasciende mucho más allá. Según la investigación ‘Leveraging the Value of Emotional Connection for Retailers’ de la agencia Motista, los clientes emocionalmente comprometidos tienen un valor para una marca dos veces mayor que aquellos que solo están satisfechos racionalmente. El último informe del Observatorio de Marketing de Recomendación, lanzado este mismo 2023, corrobora este dato y añade que el factor emocional es clave a la hora de fidelizar y promover programas de recomendación en una marca. Como resultado, no es extraño que nos encontremos ejemplos de marketing experiencial en nuestro día a día. Marcas de zapatillas organizando carreras y sesiones de entrenamiento con profesionales, marcas de refrescos que personalizan latas con nombres, o bancos que organizan experiencias gourmet. Si te paras a pensarlo, seguro que puedes recordar varios ejemplos que hayas vivido en tu piel en los últimos días.
Esta proliferación de campañas plantea un mercado casi saturado en el que resulta difícil destacar. Aunque no hay una fórmula secreta que asegure el éxito de una acción de marketing experiencial, sí que existen unos principios básicos que toda campaña debe seguir. Por ello, os propongo pasar al siguiente nivel del marketing experiencial y repasar algunos de los errores más habituales al poner en marcha una campaña de este tipo.