Por Redacción - 13 Junio 2014
Las tazas en las que bebemos un café en cualquier cafetería no son, al final, más que simples tazas para sus clientes. A veces el consumidor se fija en que han cuidado el diseño, a veces la taza da más información sobre el tipo de sitio en el que se está (como las tazas de porcelana fina de los cada vez más habituales salones de té que han aparecido en las diferentes ciudades). Pero en algunos casos consiguen convertirse en un objeto de deseo y en un embajador más de la marca. Es lo que ha sucedido con Starbucks, la cadena de cafeterías estadounidense que ha cambiado tantas cosas en los últimos años en las pautas de consumo del café.
Las tazas de Starbucks se han convertido en un icono, en un elemento clave en la construcción de la marca. Starbucks cuenta con tazas para llevar, que deben tirarse después de usar (y que se han convertido a su vez en un elemento con muchos más significados que el de simplemente estar bebiendo café), y con tazas de porcelana reutilizables, que son las que usan los consumidores que toman su café in situ y que pueden ser compradas para usar también en casa.
¿Quién quiere comprar el mug de café que ofrecen en una cadena de cafeterías y que no es más que una taza blanca con el logo de la firma? Sorprendentemente, muchas personas. Las tazas de Starbucks han pasado de ser simplemente el packaging en el que es mostrado el producto a convertirse en un objeto de coleccionismo. La compañía incentiva la voluntad coleccionista de sus clientes lanzando colecciones limitadas de las diferentes tazas y se asocia con diseñadores que hacen versiones especiales y que se convierten en preciados objetos de deseo.
Algunas de sus tazas han llegado a convertirse, incluso, en material para pujas por miles de dólares en eBay.
Tazas trampantojo de Nendo
Tomoko Sintani, que hace impactantes composiciones con las tazas de la firma.