
El Marketing de los sentidos y cómo traducimos en colores las cosas que olemos
Los colores son uno de los elementos que añaden o quitan significado a cualquier mensaje. No es lo mismo usar el color azul que el color rojo. No es lo mismo que un logo sea naranja que que emplee el color marrón. El color añade una capa de información a los logos de las empresas y ayuda a que se reconozca rápidamente qué marca son y a qué se dedican. Pero el color también puede modificar las decisiones de compra de los consumidores o hacer que el comprador entienda mejor o peor cómo funciona una tienda online (y sí, la psicología del color también se está ocupando de ello). Pero ¿qué significan los colores en general y es ese significado un universal?
A esas preguntas han intentado responder varios expertos universitarios en un estudio en el que han colaborado las estadounidenses Occidental College y la universidad de Washington, la alemana Instituto Goethe, la holandesa Universidad de Wageningen, la malasia Nottingham Malaysia Campus y la suiza Xperiment. Los expertos han podido así crear una muestra variada en términos culturales, escogiendo a estudiantes de diferentes grupos de procedencias, para comprobar no solo qué veían cuando olían sino también si lo que veían difería de lo que veían los demás.
Cada participante en el estudio recibía unos soportes que al abrirlos desprendían una fragancia. Por supuesto, les dieron un abanico de olores de lo más variado y diferente. Las esencias estaban lejos del perfume comercial y los participantes pudieron oler a quemado, a golosinas, a pescado, a flores, afrutado, a avellana, a carne, a humedad, a plástico, a arroz, a jabón, a vegetales, a vinagre y a madera. La idea era que los olores que se ofrecían a los participantes fuesen universales, es decir, que todos los miembros del estudio estuviesen familiarizados con ellos a pesar de provenir de culturas diferentes.
Luego, recibían un cartón con muestras de colores para que dijesen con qué color se correspondía cada olor. Las posibilidades eran limitadas y cada cartón de colores permitía escoger entre 32 muestras de colores diferentes, que además había sido ordenadas en el soporte de forma aleatoria para no influir en el resultado. Los olores tampoco eran entregados a los participantes siguiendo ninguna pauta, para no corromper igualmente el resultado. Y mientras se realizaba la prueba no se daban instrucciones verbales sobre los colores o los olores, para no condicionar a los participantes y "activar asociaciones semánticas".
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