
¿Compramos aún objetos de deseo y marcas aspiracionales?
Durante mucho tiempo, los productos aspiracionales fueron uno de esos motores de consumo que modifican por qué compramos y cómo lo hacemos. Los consumidores compraban algunas cosas, aunque tuviesen un precio más elevado, porque les permitían proyectar una imagen de ellos mismos diferente y porque posibilitaba cumplir con ciertas aspiraciones. Eso era, por ejemplo, lo que hacía que los consumidores se comprasen un coche de una gama más alta o que se hiciesen con una pieza de ropa de una marca más concreta, aunque esto les obligase a ajustarse el cinturón el resto del año o a no comprarse otras cosas. El producto aspiracional, como objeto de deseo, lo valía.
Sin embargo, en otro de los muchos cambios que se han impuesto en el consumo en los últimos tiempos y en los hábitos de los consumidores, la visión de este tipo de productos ha cambiado. Los millennials son mucho menos proclives a ser marquistas y a ver en los productos ciertos valores que son cruciales para convertirlos en objetos de deseo. Para ellos, lo que se debe valorar, a lo que aspiran y hasta lo que desean son ahora elementos completamente diferentes y distintos. Por ejemplo, los millennials han dejado de ver a los coches como los veían las generaciones diferentes, han dejado de valorar el "marquismo" (y han pasado a considerar el mostrar la marca que se ha comprado vía logo más una horterada que algo deseable) y han hasta cambiado lo que consideran que es el lujo. Para los millennials, el lujo está en las experiencias y no en las cosas que compran.
¿Se ha muerto el producto aspiracional? ¿Ha dejado de existir el objeto de deseo y su consumo? ¿Se ha terminado la compra de coches caros simplemente para mostrar que se puede tenerlos?
Lo cierto es que no se puede hablar de su muerte al completo, ya que no se debe olvidar (es además un problema en el que últimamente están cayendo más y más las marcas) que los millennials son una parte del mercado, pero no todo el mercado o el absoluto del mismo. Las generaciones precedentes y sus hábitos no han desaparecido por arte de magia por mucho, eso sí, que el comportamiento de los millennials esté influyendo en ellos.
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