
Por Redacción - 26 Julio 2017
Si alguien entraba en las redes sociales a lo largo del día de ayer, se podría haber encontrado con que todo el mundo parecía estar hablando del Paint, el programa que permite dibujar (en general no muy bien…) en cualquier ordenador con Windows. El Paint era trending topic en Twitter, material para contenidos en todo medio online tecnológico y generalista que se preciase y punto de partida para la consabida avalancha de memes. Y, por supuesto, todo el mundo parecía estar abriendo Paint para crear su propio dibujo (casi se podría decir que todo el mundo hizo su carita triste de turno) y compartirlo en redes sociales al grito de ¡salvemos Paint!
La historia arrancó con un artículo de The Guardian que analizaba las novedades que incluiría la próxima actualización de Windows 10. Entre ellas, estaría la muerte del Paint, un programa con una vida larga (nació en 1985 y lleva 32 años con nosotros) y que ha servido para crear muchas imágenes rápidamente criticadas por sus aires cutres. Paint iba a morir porque nunca había dejado de ser algo ultra sencillo que ha sido mejorado por cualquier editor de la competencia. Pero eso al resto del mundo le dio un poco igual: la muerte de Paint se vio como una suerte de ultraje, como algo que no se podía permitir que pasase.
Microsoft acabó lanzando, tras un día en el que la muerte del Paint parecía el tema del día a nivel global, un comunicado encabezado con una imagen "artísticamente" creada en Paint en la que proclamaban su amor por el programa y confirmaban que no iba a desaparecer. "Hoy hemos visto un increíble flujo de apoyo y nostalgia sobre el MS Paint", explicaban en el blog. "Es increíble ver tanto amor por nuestra vieja aplicación de confianza", señalaban. Y no, aseguraban, Paint no iba a desaparecer. Lo habíamos entendido todo mal. Paint simplemente va a migrar de estar por defecto a estar en la Windows Store para descargar (y añadían que habían creado un nuevo Paint).
Puede que internet lo hubiese entendido todo mal desde el principio o puede simplemente que la presión social hiciese que Microsoft diese la marcha atrás, pero lo cierto es que el "affaire Paint" es un ejemplo más de un nuevo comportamiento que se puede detectar entre los consumidores.
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