Por Redacción - 13 Septiembre 2017
El precio es una de las herramientas con las que marcas y empresas juegan cuando quieren llamar la atención del consumidor y potenciar ventas. El precio se usa, sobre todo, en términos de oferta: las empresas recurren a él a la hora de intentar posicionarse como algo muy barato, como una oferta excepcional que no hay que dejar pasar o como alguno mucho mejor que la competencia. Es el tipo de reclamo de solo cuesta X euros o el echar mano de los precios psicológicos que hacen que acabemos pensando que estamos comprando mucho más barato de lo que lo estamos haciendo realmente.
Sin embargo, los precios deberían ser cuidados con gran atención no solo cuando lo que interesa es hacer sentir al consumidor que está pagando menos por una cosa o por otra. Los precios deben ser vigilados y usados con cuidado ya que son un elemento más a la hora de establecer la imagen de la marca y la del producto. Si se vigila el modo en el que se usan los colores o el modo en el que se echa mano a una o a otra palabra para posicionar una cierta imagen de marca, también hay que tener en cuenta cómo se ha puesto precio al producto para conseguir el mismo efecto. Las cifras modifican la percepción que el consumidor tiene de las cosas.
Al fin y al cabo, como recuerda un experto en marketing a MarketingWeek, de todos los elementos asociados al marketing uno de los que debería cuidarse más es el valor, ya que es lo que puede hundir (o no) la estrategia de los marketeros. Poco importa lo que se esté haciendo y cómo si no se ha sabido transmitir el valor correcto del producto o servicio.
Y, en esa búsqueda del valor correcto, el precio es una de las más importantes herramientas para conseguirlo, aunque no siempre una a la que se le presta mucha atención. Como recuerda un experto en el mismo análisis, es demasiado tentador el dejarse llevar por todas las partes glamurosas del marketing y el olvidarse de que este elemento puede tener un efecto directo e importante sobre la percepción de las cosas.
El precio es especialmente importante porque es, por un lado, lo que debe funcionar como una suerte de resumen de toda la estrategia de posicionamiento del producto. Por otro lado, es crucial porque está asociado a la decisión final, al momento en el que el consumidor compra o no el producto en cuestión, por lo que tiene que ser establecido con cuidado y con eficiencia.
Por ello, el precio está diciéndole al consumidor cuál es el valor que la marca o empresa otorga al producto y transmitiendo por tanto una información crucial. Que las cosas de lujo hayan sido tradicionalmente muy caras no ha sido, por poner un ejemplo, una decisión crucial: quieren transmitir que son exclusivas y que son superiores. Están transmitiendo un valor concreto.
De hecho, a veces el precio es elevado, aunque el producto en sí no cueste tanto.No hay más que pensar en los recurrentes artículos de lo que cuesta producir un iPhone y que lo Apple en cambio cobra al consumidor: el precio es una de las herramientas de posicionamiento del producto, una que hace que la compañía se diferencie de su competencia. Como recuerdan los expertos del análisis, Apple hace que su iPhone sea siempre caro, frente a Samsung y sus diferentes ofertas. Con ello hace que su imagen de producto premium se haya mantenido (al menos hasta ahora).
Los precios se convierten por tanto en marcadores psicológicos de lo que se está lanzando y de por qué se está haciendo así. Por ejemplo, aunque los precios tienen que ser cada vez más dinámicos, tienen que serlo con cuidado. Según los datos de diferentes estudios, jugar demasiado con el precio a la baja hace que los consumidores asocien el producto a algo demasiado low cost y que sea muy difícil reflotarlo.
Falta poco para descubrir cómo serán los nuevos modelos de Apple: qué diseño tendrán, si la pantalla será realmente sin marco y cómo serán sus cámaras, pero también para saber cuál será su precio de salida al mercado. Son muchos los rumores, pero todo apunta a que el precio de salida del iPhone X será de 1159 €*, una cifra aun superior a la del recientemente presentado Samsung Galaxy Note 8. Así lo ponen de manifiesto en idealo.es tras analizar los datos revelados.
Aunque de momento todo son conjeturas, lo que sí tenemos claro es que los precios de iPhone suben mucho más rápido que el salario mínimo interprofesional en España. Ello nos ha llevado a calcular cuántos días tendría que trabajar un español para poder comprarse el último modelo de iPhone.
Mientras que en 2014 se necesitaba trabajar 28 días para comprar un iPhone 6, el año pasado el precio del iPhone 7 ya era equivalente a un mes entero de trabajo. Teniendo en cuenta que el precio de salida del iPhone X finalmente será de 1159 €* en Europa, ello equivale a 42 días de trabajo en España. Comparando estos datos con los precios de salida y el salario mínimo de otros países, como Francia, vemos que los españoles tendrían que trabajar hasta 12 días más para poder costearse el último modelo de Apple.
En Navidad el precio del iPhone 8 podría haber bajado hasta un 12%
A diferencia de lo que sucede con los terminales de Samsung, cuyos precios se ha demostrado que bajan mucho más rápido tras su lanzamiento, los de Apple suelen mantenerse mucho más estables. Por ello nos preguntamos, ¿cuánto deberíamos esperar para poder comprarlo a un precio más económico? Con el fin de contestar a esta pregunta y ver cuál es la posible evolución del precio del iPhone 8, hemos analizado cómo evoluciono el precio de los iPhone 6, 6S y 7 durante sus primeros 12 meses en el mercado. ¿La respuesta? El iPhone 8 podría ser hasta un 12% más barato en Navidad y casi un 19% más barato en agosto de 2018.