
¿Está la tan valorada autenticidad de marca a punto de entrar en crisis?
Por Redacción - 5 Septiembre 2018
Como una especie de mantra, las marcas y las empresas se han ido repitiendo en los últimos tiempos que necesitaban ser auténticas. La autenticidad es la clave para el éxito, o al menos para conectar con los consumidores. A pesar de que la idea parece complicada de desarrollar y de explicar (al fin y al cabo, ¿qué es realmente ser auténtico?), la cuestión se ha convertido en ubicua y en crucial. Los millennials y los miembros de la Generación Z son los culpables de esta fiebre por la autenticidad, ya que ellos son los que han empezado a buscar esta cuestión en las marcas y los que han apuntalado la necesidad de que las compañías sean de este modo.
Los expertos asentaron como cuestión clave es que las marcas mezclaran tradición/herencia, sinceridad y compromiso con la calidad, como columna vertebral de lo que suponía la autenticidad.
Un 91% de los consumidores, apuntaba entonces un estudio, quería que las marcas fuesen honestas cuando hablaban de sus productos y en su relación con los consumidores. La autenticidad se veía como una especie de garantía de (buenos) valores y como una suerte de seguro de que la marca era algo un poco más profundo que simplemente una compañía haciendo caja. Todo se veía como más cercano y la marca se veía con más respeto.
Hecha la clave, eso sí, hecha la trampa. Las marcas y las empresas empezaron a usar los elementos que se veían como pistas de que las marcas encajaban en ese perfil de forma bastante recurrente, lo que hacía que los códigos en cuestión dejasen de funcionar y dejasen de servir para identificar a las marcas auténticas frente a las que solo jugaban a serlo.
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