Por Redacción - 1 Diciembre 2014
Para Reed Hatings, máximo responsable del servicio de contenido audiovisual online, no solo reafirma el anunciado declive de la televisión tal como la conocemos ahora, sino que ha establecido una fecha para su muerte: fijada en 2030.
Unas rotundas declaraciones realizadas durante su estancia en México, negociando la expansión de Netflix en Latinoamérica, según recoge TheDrum. La empresa prepara un plan de expansión global, que engloba tanto América del Sur, donde se está experimentando el mayor crecimiento en conectividad a internet, y banda ancha, como Australia y Nueva Zelanda. Su objetivo es desarrollar un mercado global, para aumentar su mercado de más de 53 millones de suscriptores.
Esta muerte anunciada es un dato más que demuestra cómo la caja tonta se va a apagando continua e inexorablemente. La conectividad y los dispositivos móviles ha conseguido sustraer su potencial más valioso: la atención de las nuevas generaciones. Los últimos datos publicados por Ofcom indicaban que la denominada Generación Z, que incluye a jóvenes de entre 11 y 15 años consumen la mitad de la televisión (1hora, 32 minutos) que las generaciones posteriores (2 horas, 58 minutos). Además, estos usuarios no solo ven menos la tele que los adultos, sino que están dispuestos a no verla nunca. El 22% de ellos afirma que hay semanas en las que no ve la televisión. Definitivamente, se han desconectado de la televisión tradicional; uniéndose a la ya denominada Generación Zero-TV, que inluye a aquellos que han decidido voluntariamente no tener tele, ciñéndose única y exclusivamente al contenido que consumen a través de internet.
Por tanto, el rechazo a la televisión tradicional no implica que estos adolescentes no consuman contenido audiovisual, sino que sus pautas de consumo han variado, girando en torno al medio online.
Esta predilección por el consumido de vídeo online ha afectado también a los adultos. Según Nielsen, los nuevos early adopters tienen más de 35 años. Sus datos muestran que la demanda de contenido online por parte de los jóvenes de 18 a 34 años se incrementó un 53% respecto al año anterior. Una tasa de crecimiento inferior a la registrada por los mayores de 50 años (60%). Sin embargo, todavía es más reseñable el impulso por parte de los usuarios de 35 a 49 años, cuya demanda de contenido creció nada menos que un 80%. En el lado opuesto, la televisión apenas mantuvo su popularidad su popularidad de cara a sus usuarios, descendiendo un 2% en el caso de los usuarios mayores de 50 años y los menores de 35, y un 1% para el resto.
Ante estas circunstancias ¿está realmente acabada la televisión?
Como hemos podido apreciar, el modelo tradicional televisivo ya no funciona. Los usuarios quieren consumir el contenido audiovisual cuando y donde deseen. Por ello, para mantenerse, la televisión necesita mejorar la experiencia, y añadir valores diferenciales, con el fin de posicionarse como un medio idóneo para consumir contenido audiovisual.
Ello pasa por su integración con internet. De una parte, las televisiones inteligentes están en pleno proceso de desarrollo, y prometen una experiencia a medida de las necesidades de los telespectadores, con la ventaja de una pantalla de mayor calidad y tamaño que la de un pc o dispositivo móvil. Por otra, no podemos olvidar que la televisión está haciendo grandes esfuerzos por servirse de los dispositivos móviles como segunda pantalla, con el fin de deshacerse de su imagen de "pasividad", y mantener el interés de sus usuarios, quienes pueden interactuar en tiempo real con el contenido televisivo, gracias a sus smartphones y tabletas.
Una práctica que podría ser una solución útil para mantener el interés de la televisión. Se TNS, el 58% de los telespectadores combina el consumo de televisión con su actividad online, a través de los dispositivos móviles, como es el caso de smartphones o tabletas. Asimismo, también se ha registrado un aumento en la demanda de contenido televisivo a través de internet. En 2013, el 45% de los hogares consumió este tipo de contenido vía online, lo que supone un 28% más que el año anterior.