Por Redacción - 13 Septiembre 2022
No se puede decir que la última década haya sido muy positiva para la televisión. La tele ha sido el tradicional medio popular, el que todo el mundo empleaba y en el que se emitían los programas que marcaban la agenda. La cultura popular salía de la televisión y las familias se sentaban a pasar horas y horas delante de la pequeña pantalla. Por ello, los anunciantes amaban la televisión, invirtiendo cantidades millonarias en campañas de todo tipo y en posicionarse de la mejor manera posible en sus emisiones.
Sin embargo, la televisión ha ido perdiendo poder y fuelle en los últimos 10 a 15 años. El primer golpe le llegó con la crisis de 2008, cuando los presupuestos publicitarios se contrajeron y la televisión se llevó, como la mayoría de las plataformas, un golpe. Aun así, y a pesar de la crisis, los anunciantes seguían invirtiendo en la tele, porque la tele continuaba siendo importante.
Es lo que cambió con el segundo gran golpe. La popularización de internet a lo largo del siglo XXI ha llevado a la televisión a una situación precaria. Internet se lleva cada vez más tiempo y la tele tiene en ella a una competidora directa. Las plataformas de streaming le han robado, además, lo que era su dominio, el de las series y programas que marcaban la agenda cultural.
La televisión arrastra años de retrocesos de audiencias, de crisis de identidad y de pérdida de relevancia. Empezó en EEUU – donde se hablaba de los “cortadores de cable”, los usuarios que abandonaban el pago de plataformas de cable por las de streaming – y llegó a Europa, por mucho que los directivos televisivos del Viejo Continente señalasen que esto no iba con ellos. En España, hay que sumar una crisis del prime time, al que no ayuda que su emisión no pare de retrasarse.
Por tanto, no sorprende que la televisión haya vuelto a tocar fondo en términos de ingresos publicitarios. 2020 tuvo un impacto positivo en sus cifras de audiencias – con la población encerrada en casa volvió a ver la tele – pero eso no implicó una conversión en inversión en publicidad de récord. Más bien todo más lejos.
Según apuntan en un análisis en elEconomista, los ingresos de la televisión han tocado fondo en estos últimos dos años. La tele está en cifras de ingresos publicitarios de 2014, el año en el que se recuperó ligeramente de la caída que supuso en la inversión los efectos de la Gran Recesión. Los 2.731 millones de euros invertidos en publicidad en la televisión en España en 2007 están a años luz de las últimas cantidades.
En 2020, se registró la cifra de inversión más baja desde 2014, con 1.422 millones de euros (1.513 millones fue la cifra de 2014). En 2021 hubo una ligera recuperación, pero no solo la cantidad es únicamente ligeramente superior a la de 2014 sino que además está aún lejos de las cifras pre-pandemia. Los 1.543 millones de euros de inversión publicitaria en las televisiones españolas durante ese año son menos que los 1.678 millones de 2019, los 1.732 de 2018 o los 1.7584 de 2017. Son incluso menos de los 1.616 millones de euros de 2015.
Y, aunque el suelo de los últimos 15 años está en 2013 (cuando las televisiones solo ingresaron 1.383 millones de euros), las cifras no son exactamente una buena noticia. Muestran una ligera recuperación, pero siguen estando demasiado por debajo de la realidad pre-pandémica.