Por Redacción - 9 Septiembre 2021
Muchas de las grandes guerras de los gigantes de la red de estos últimos años han sido por el contenido. Al fin y al cabo, el contenido llevaba a fidelizar a usuarios en diferentes servicios y luego esos usuarios se convertían en un filón. Más allá del pago directo que hacían por esos servicios, se asentaban como una potencial base para otras formas de monetización y, sobre todo, para una potencial publicidad.
Así, primero los gigantes se lanzaron a la guerra por las series y las películas. Se han comprado estudios de Hollywood (lo hizo Amazon para reforzar Prime Video), se han invertido cantidades milmillonarias en contenidos propios (es la estrategia de Netflix, pero también de su competencia) y se han abierto servicios nuevos aunque nadie lo esperaba (véase Apple). El mercado de los contenidos audiovisuales está, de hecho, ya tan copado que los nuevos players tienen que pelear con uñas y dientes.
Luego, llegó el momento de los podcasts. Tras la guerra de las series, las grandes se lanzaron a la guerra de los podcasts, cerrando compras y haciendo grandes inversiones. Spotify, que ya tenía peso en el mercado de la música en streaming, acabó convirtiéndose en un rival muy fuerte.
Y ahora todas las grandes parecen haberse lanzado a la batalla por el audio en directo. Clubhouse se convirtió hace unos meses en una especie de moda absoluta (y un tanto efímera). Todo el mundo se pasó hablando del servicio unas semanas y todas las empresas querían hacer algo con ello, antes de que la fiebre parase y el hype se fuese a otra cosa.
Aun así, ese boom de Clubhouse, por muy temporal que fuese, fue una muestra clara de cómo estaba emergiendo un mercado, el del audio, que iba a ir más allá de los podcasts.
La pandemia aceleró la penetración no solo de los podcasts sino también de otros servicios, como los de los audiolibros. A pesar de que habían eliminado el trayecto al trabajo de su día a día, en esos primeros momentos de la crisis, estos contenidos no decayeron, sino que crecieron y se integraron en otros momentos del día. Cuando los confinamientos se relajaron y cuando muchos volvieron al trabajo, los podcasts - y los audiolibros - no desaparecieron de los patrones de consumo.
Esto creó un marco favorable para desarrollar más herramientas de audio y el audio en directo es la última gran tendencia emergente. En cierto modo, cabría preguntarse si esto no es más que un cierre del círculo. Audio en directo es, al final, la radio de toda la vida, la misma que hace ahora 100 años estaba convirtiéndose en el medio de moda.
El audio en directo no es la radio. No lo es porque los contenidos no los están generando las emisoras, pero tampoco lo es porque el centro del poder está en otras manos.
Quien está impulsando el audio en directo son los players de la red, que lo usan como una vía más para dar servicios nuevos a sus usuarios. Son Clubhouse (que ahí sigue, a pesar del fin del hype) o Spotify y Twitter, que lanzaron nuevas funcionalidades que permiten emitir en directo audio.
Lo que demuestra que este es un mercado caliente y uno a punto de crecer mucho más es quién está invirtiendo en esto: Amazon está creando su propio ecosistema de audio en directo, según publica Axios.
Todo se está haciendo, por supuesto, de forma secreta (nadie desvela sus grandes apuestas hasta que estén terminadas). Según ha podido saber el medio estadounidense, Amazon está invirtiendo "fuertemente" en crear una opción de audio similar a la que ya ofrecen los players que operan en este mercado. El trabajo está liderado por la división Amazon Music, que es la que también está trabajando ya en podcasts.
Amazon quiere que los artistas y las discográficas usen la herramienta para emitir conciertos en directo y encuentros con artistas. Según Axios, aunque el principal objetivo está en la industria de la música, Amazon también está tanteando a podcasts y programas de radio como potenciales fuentes de contenido. El audio en directo también se integraría en Twitch, la plataforma de streaming de moda y que es propiedad del gigante.