Dicen que el futuro está en lo digital y de eso no me cabe la menor duda. Pero el presente es el que es y el formato digital, pese a ser centro de la innovación de muchos aspectos, todavía no está impuesto en todos los frentes. El acceso a la red ha permitido una evolución de varios aspectos como el comercio y los medios de comunicación que ha cambiado los formatos clásicos, aproximándolos más al usuario con la llegada de la Web 2.0. Pero, ciertamente, esta conversión de formatos no se ha producido de una forma lógica, esto es, partiendo directamente de los medios tradicionales hacia los digitales, sino siguiendo un camino singular. En lugar de producirse un auge en el traslado de las cabeceras offline al territorio online, han ido surgiendo poco a poco nuevos medios no vinculados a los grandes grupos que se han convertido en los líderes de la comunicación en Internet. Cuando los grandes grupos de comunicación han visto que la tarta se la estaban repartiendo unos "desconocidos" del sector que jugaban con otras reglas, comenzaron a plantearse la necesidad de saltar a Internet con productos que fueran más allá de la mera traslación de los contenidos tradicionales al papel. Y así se ha producido una reconversión de cuyos frutos nos estamos comenzando a enterar en esta década. Esta situación tiene una singular consecuencia. Un portal informativo, especializado, que cuenta con una extensa comunidad y que, hasta la fecha, no ha estado vinculado a ningún grupo mediático, pasa a enfrentarse a una competencia mucho más agressiva por la entrada de los grandes grupos mediáticos. Llegan los conglomerados multimedia con sus ingentes presupuestos y comienzan a replicar fórmulas con portales. La entrada de los grandes grupos pone de manifiesto dos cuestiones. La primera, que el medio casero líder indiscutible hasta la fecha puede ver peligrar su existencia por las inmensas posibilidades económicas de los gigantes. La segunda, que a pesar del dinero y de fuertes inversiones, ideas que tienen todas las de triunfar terminan cayendo en picado porque el consumidor prefiere el producto "puro" e independiente original. Otra opción que se ha visto en varios casos españoles es que el grupo termine comprando una página "libre", por lo general tras haber intentado derrotarla mediante un negocio similar que nunca despegó. Pero lo cierto es que los "independientes" que nacieron a finales de la década de los noventa como pioneros en Internet deben permanecer ojo avizor a las embestidas que los medios tradicionales acometen. Lo sé, todo esto puede sonar ciertamente contradictorio, pero es así. Que un gran proyecto web vinculado a un gigante de la comunicación termine estrellándose es más común de lo que se piensa. Y no es que los grandes no puedan abrirse hueco en sectores dominados por emprendedores independientes, sino que las maneras elegidas (copiar fórmulas) no están resultando las más apropiadas. Por estas razones, la conversión del offline al online siempre debe pasar por una planificación clara que apueste por la innovación y no por copiar lo que funciona en otras casas.