No será esta la primera ni la última vez que usted lea un artículo sobre las diferentes clases de perfiles en Facebook. De eso estamos convencidos.
Pero mientras no haya acuerdo universal sobre tan trascendental asunto, sugiero una nueva propuesta que tiende a "sistematizar personalidades".
En cualquier caso (y perdón por la obviedad), recordemos que existen tantas tipologías como usuarios habitan en la red. Y todo ello sin profundizar en
las infinitas combinaciones que puedan surgir. Dicho lo cual, vamos allá:
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Familiar. Usuario de Facebook que le flipa retransmitir a través de su muro cualquier momento personal e íntimo, ya sea acompañado
de la familia, vecinos o amigos. Ahí le vemos, celebrando una comida; practicando el senderismo; en su pueblo, rodeado de su gente; celebrando
vivencias con el resto del universo virtual.
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Bromista. Se empeña en insertar vídeos curiosos o extravagantes; fotografías o viñetas que incitan a la carcajada (o, cuando
menos, a la sonrisa); noticias anecdóticas más o menos sorprendentes. Sepan que nada le haría más feliz que sus amigos y seguidores de Facebook
celebraran el hallazgo con un "me gusta".
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Espiritual. En este caso, alguien nos regala una frase lapidaria que nos ayudará a transitar por los azarosos caminos de la vida.
Aborda asuntos profundos tales como la felicidad, el trabajo, la amistad, el amor o la eternidad. Son tiernos, solemnes y un poco pelmas.
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Comentarista político. Este perfil se caracteriza por una irresistible necesidad de significarse sobre cualquier ámbito de
naturaleza política, económica, social?. Hace un seguimiento de la "rabiosa" actualidad de forma "rabiosa", ¿me explico? Pero no le basta con
divulgar su conocimiento. ¡Pontifica! Suele intervenir en otros foros con espíritu polémico. Su hábitat podría ser una tertulia de radio o
televisión, pero, mientras tanto, sobrevive gracias a las redes sociales.
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Pinchadiscos. Ante nosotros un usuario que no se cansa de compartir vídeos musicales de sus artistas favoritos. Se entusiasma con
ellos y sueña con entusiasmar a los demás.
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Transparentes. Resultan muy evidentes a la hora de mostrar sus pensamientos. Tan verdaderamente extrovertidos en la relación
virtual con los demás, que no conocen término medio. A veces se tornan transcendentales y exponen sesudas reflexiones metafísicas; otras tantas,
nos hablan sin rubor de trivialidades absolutas. Tal como piensan, publican.
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Hinchas. Salen a la luz cuando retransmiten un partido de fútbol. Escriben gol con mayúsculas y de forma repetida, dando muestras
de sentida emoción. Es su manera de celebrar la victoria. No se esconden a la hora de lamentar un fallo del guardameta o delantero de turno. Y si
hay que criticar, se critica sin tapujos, faltaría más.
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Coquetos. Esta gente no termina de sentirse del todo satisfecho con su imagen. Por eso cambian continuamente la foto del perfil en
Facebook. Es más, probablemente ahora, en cuanto terminen de leer este curioso artículo, procedan a modificarla por enésima vez.
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Zampones. Como el perro de Pavlov al activar las glándulas salivares cuando ven comida, estos usuarios experimentan un proceso
cerebral complejo e instantáneo que inevitablemente les conduce (antes de la salivación, incluso) a fotografiar y colgar en su muro cualquier
alimento dispuesto a ser devorado.
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Fisgones. Representan a la mayoría del universo en internet, por consiguiente, no menospreciemos su pasividad. Leen todo lo habido
y por haber, siguen los comentarios, muestran su acuerdo, discrepan, se irritan, se encogen de hombros con indiferencia. En definitiva, viven en
silencio, sin llamar la atención ni molestar a nadie. Son invisibles, pero están ahí.
