Por Redacción - 5 Noviembre 2014
Custodiar la privacidad online está a la orden del día. Internet implica una exposición pública de la que difícilmente estamos a salvo. Sin embargo, este tema no preocupa por igual a todos los internautas.
Los jóvenes han demostrado ser los más transigentes, a la hora de mostrar públicamente información personal en sus perfiles sociales. En cambio, las generaciones adultas intentan a toda costa preservar datos tales como su fecha de nacimiento, religión o inclinación política.
Sin embargo, no es fácil ocultarse del omnipresente ojo de internet. Tal como muestra el estudio del Annenberg Center for the Digital Future de la USC, "la privacidad online ha muerto".
Una afirmación que contrasta con los datos de Harris Interactive, donde se indica que el 78% de los Millennials desearía proteger sus datos a los ojos de terceros, junto con el 59% de los usuarios de mayor edad. Asimismo, el informe de Pew Internet indica que los jóvenes de 18 a 29 años suelen borrar su historial de navegación, así como que evitan utilizar su nombre real en las páginas web.
Por tanto ¿cuál es la actitud real ante la privacidad?
El artículo de Fast Company establece que existen distintos conceptos de "privacidad". Cada generación tiene unas prioridades distintas respecto a la privacidad. De una parte, a los jóvenes, nativos digitales por antonomasia, no les preocupa tanto mostrar públicamente su información relativa a edad, o lugar de residencia, mientras que los mayores, ante la amenaza de un uso indebido de sus datos más privados, optan por limitar la visibilidad de cualquier dato.
En cambio, a los jóvenes, lo que sí les preocupa es mantenerse al margen de sus principales supervisores: sus progenitores. Una cosa es innegable, y es la experiencia de los adolescentes en las redes sociales. Por ello, son muy capaces de ocultar aquello que realmente les interesa; solo es cuestión de prioridades.
Otro dato interesante es la relación de estos jóvenes con las marcas. Según Danah Boyd, los adolescentes son plenamente conscientes de lo que publican en sus perfiles sociales; y lo tienen muy en cuenta. Una actitud que también se ha visto reflejada en su compromiso con determinadas redes sociales. Paulatinamente vimos cómo iban abandonando Facebook, a medida que sus progenitores comenzaban a establecerse. Un comportamiento que en la actualidad se ha frenado, aunque propició el éxito de servicios donde la privacidad era su principal valor diferencial, como es el caso de Snapchat.
Los adolescentes utilizan las redes sociales para crear una identidad, no solo como una vía de comunicación
En este punto nos encontramos la relación entre las marcas y este nicho de mercado. Lejos de intentar evitar compartir sus datos o perfiles sociales, los jóvenes muestran una actitud proactiva hacia sus contenidos, y muestran públicamente su conexión con ellas.
Como ejemplo de ello, podemos observar los resultados aportados por la empresa Thismoment, que permite rastrear en tiempo real la actividad de los jóvenes en torno a las marcas. Como práctica habitual, las marcas utilizan esta herramienta; en el caso de que identifiquen una imagen que les interese, pueden dirigirse directamente al usuario para solicitar permiso para emplearla en su comunicación. La tasa de aceptación de dichas peticiones es del 70%.
La afinidad de los adolescentes con determinadas marcas les ha llevado a identificarse con sus valores y atributos, que vinculan a su personalidad. Las marcas se han convertido en una extensión de la imagen que ellos quieren proyectar; de ahí que busquen notoriedad a través de ellas.
Bien es cierto, que esta postura está en plena evolución. Estamos ante la primera generación de nativos digitales propiamente dicha. Una generación todavía en fase de desarrollo de su personalidad. No es posible sentar las bases de cómo continuará dicho desarrollo.