Por Redacción - 24 Abril 2017
El vídeo es uno de los contenidos que más éxito tiene ahora mismo en internet y uno de los que está logrando conectar mejor con las audiencias. A los internautas, les encantan este tipo de contenidos, que buscan cada vez más y que consumen con mayor interés. De hecho, el boom de los vídeos ha tenido un impacto no solo sobre las estrategias de las compañías online (no hay más que pensar en cómo Facebook ha empezado a dar cada vez más y más peso a los vídeos para comprenderlo) sino también en cómo se consumen los contenidos de otros medios de comunicación. La televisión es una de las grandes víctimas del espectacular crecimiento de los vídeos: las horas que se dedican a estos contenidos en la red van en detrimento de las horas que se dedican a los medios que tradicionalmente capitalizaban el consumo de estos contenidos, como es el caso de la televisión.
Pero el aumento de tiempo de consumo de vídeos y el creciente interés de los consumidores por este tipo de contenidos no pinta la foto completa. De hecho, el que el vídeo se haya convertido en la nueva obsesión de consumidores y marcas no ha hecho que los problemas a los que se pueden enfrentar los productores de vídeos desaparezcan. Tampoco ha hecho que los consumidores no tengan quejas sobre lo que se les sirve y sobre cómo se hace. Tecnológicamente, los vídeos requieren unas ciertas necesidades y una cierta inversión que quienes están jugando con ello tienen que tener claro y tienen que ser capaces de ver.
Y esto no está sucediendo siempre. Un reciente estudio, elaborado por la firma Mux, se ha centrado en cuáles son los principales problemas que los internautas dicen sufrir cuando ven vídeos online y los que, por tanto, se están convirtiendo en un lastre tanto para la industria de los medios como para la de la publicidad. Estos problemas no solo hacen que los consumidores sientan que están teniendo una experiencia peor y empañan la imagen de quienes se la ofrecen, sino que hacen que, directamente, los consumidores abandonen. Ante estas cuestiones, los espectadores cierran y dejan de ver el vídeo en cuestión.
Los problemas del streaming
¿Cuáles son los principales problemas? En realidad, todos se podrían reducir en un problema general que los engloba a todos. La cuestión está en que la calidad del streaming no es aún todo lo buena que debería ser y la experiencia no es, por tanto, como los consumidores esperan. No llega a sus mínimos.
Así, un 85,1% de los internautas que han abandonado la reproducción de un vídeo ha señalado que lo hizo porque le llevaba demasiado tiempo cargarse. Un 85% porque presentaba problemas de rebuffering. A esto se suma el 67,5% que no soportó los problemas de desfase entre la imagen y la voz y el 57,3% que consideró que la calidad de la imagen no era buena.
Además, y como han demostrado otros estudios, los grados de sensibilidad a los problemas de visionado difieren según el dónde esté el espectador accediendo a esos contenidos. Cuanto más pequeña es la pantalla, más sensibles somos y antes tiramos la toalla. Un estudio de Verizon señalaba que el 32% de los internautas que accedieron a un vídeo desde su smartphone dejó de verlo por la mala experiencia. En los tablets la cifra se queda igualmente cerca, en un 30%. En escritorio está en el 25% y en televisión conectada en el 20%.
La culpa no es, muchas veces, de los propios servicios de vídeo, pero esto no impide que sean ellos quienes estén pagando el pato. En ocasiones, concluyen en eMarketer, la razón de estos problemas de visionado está en un exceso de conexiones (el servicio de acceso a internet se satura por un pico de consumidores navegando), pero los consumidores culpan al vídeo. Si a eso se suma que cada vez hay más dispositivos y que los proveedores de contenidos tienen que trabajar para ser compatibles con todos ellos, se tiene la foto completa.