Por Redacción - 3 Septiembre 2018
De forma general y a lo largo de las décadas, se han ido estableciendo ciertas pautas de consumo que han impactado en lo que las marcas y las empresas hacen y en cómo establecen las líneas para lanzar sus productos y llegar con ellos a los consumidores. Una de las cuestiones que marcaban lo que se hacía y cómo se hacía era el calendario. Las fechas y los tiempos eran una especie de valor clave e incuestionable, un elemento que determinaba claramente lo que importaba y cuándo importaba.
No hay más que pensar en la industria de la moda para comprenderlo. La producción venía marcada por el momento en el que se encontraban sus consumidores. Una cosa era la ropa de verano y otra la de invierno y materiales, colores, formas y diseños debían respetar claramente eso. Vender sandalias en invierno, por ejemplo, no podía funcionar. Pero solo hay que darse una vuelta por las tiendas de las grandes cadenas de fast fashion para ver como eso ya no es exactamente así. Vender sandalias en invierno ya no es tan complicado, porque las fronteras entre las temporadas y entre lo que se da por sentado que encaja en una y en otra han empezado a ser cada vez más borrosas.
La industria de la moda es un ejemplo práctico y fácil de comprender, pero no el único. De hecho, cada vez para las marcas y para las empresas las cosas son mucho más difusas y es cada vez más importante estar en todo momento alerta y ser capaz de llegar a los consumidores en todo momento con lo que estos quieren. El verano era, salvo para la industria del turismo, una época relajada. Los grandes lanzamientos no eran algo veraniego, porque supondría simplemente quemar el producto en cuestión ante un mercado que estaba poco atento y poco receptivo.
El verano era el tiempo de los productos veraniegos o de aquellas cosas menos sustanciales y más ligeras que conectaban con un consumidor mucho más despistado y mucho menos entregado. Ninguna editorial lanzaba su gran novela en verano y sí su artillería de libros para la playa. Ninguna gran productora de cine lanzaba su gran película de Oscar en pleno mes de agosto.
Pero, como en la moda, también esto ha cambiado. Las grandes productoras de cine han empezado a mover los estrenos de sus grandes películas del año y a posicionarlos también en los meses veraniegos. Como recuerdan en Quartz, los grandes estudios han lanzado en EEUU (el mercado que sirve de avanzadilla en el cine) las habituales películas de palomitas pero también películas muy esperadas o serias que son algunos de sus títulos apuesta del año. Entre los estrenos del verano han estado películas de las de Oscar, películas que tradicionalmente solían llegar en otoño.
¿Por qué ha ocurrido esto? La clave está en que la industria del cine, como el ejemplo con el que abríamos de la moda, está siendo afectada por los cambios de consumo. Las películas y sus ciclos de estreno se han convertido en un elemento más para comprender cómo han cambiado los consumidores, cómo lo han hecho las pautas de consumo y cómo internet es el culpable de muchos de esos cambios.
En el caso del cine, las plataformas de VoD son las principales responsables de este cambio de estrategia. Ellas han acostumbrado a los espectadores a poder acceder a los contenidos en cualquier momento y, sobre todo, han abierto la puerta a un nuevo tipo de contenido. En Netflix, Hulu, HBO y compañía, el verano no es solo tiempo de películas de palomitas. Es el momento para ver lo que quieras ver, porque tienen todos los contenidos disponibles y siguen estrenando como el resto del año.
Han logrado así acostumbrar a los consumidores a acceder a los contenidos de un modo diferente. Internet ha hecho que estén acostumbrados a tener lo que quieren cuando lo quieren y una oferta variada que permite escoger, lo que ha hecho que la industria del cine tenga que cambiar sus reglas.
"La gente no quiere esperar a octubre para tener una película compleja. La quieren en cualquier momento del año", explica al medio estadounidense Paul Dergarabedian, analista de ComScore. Entre las películas que han cerrado buenos resultados de taquilla en EEUU este verano, por ejemplo, hay documentales.
Además, también han hecho buena taquilla películas independientes, que han logrado audiencias destacadas gracias a las conversaciones en redes sociales. Pero incluso los taquillazos del verano han empezado a ser también menos estacionales: Disney lanzó una de esas películas veraniegas tradicionales no en verano, como habría sido esperable, sino antes, en primavera.