Por Redacción - 27 Agosto 2020
Una de las pesadillas de las empresas es la de que alguien se invente o falsee algo sobre ellas y que esto se convierta en una suerte de creencia colectiva. Las leyendas urbanas no son nada nuevo y las marcas llevan mucho tiempo protagonizándolas. Las compañías han intentado acabar con ellas, aniquilarlas o posicionarse de un modo totalmente distinto para frenar su impacto, pero las leyendas sobre sus productos y los mitos negativos han seguido floreciendo.
En la era de la desinformación y las fake news, la situación se ha vuelto más peliaguda. Los políticos y los temas que marcan su agenda parecen, a primera vista, los grandes protagonistas de la desinformación y las noticias falsas, pero las empresas también temen los efectos que pueden tener en su reputación y en su posición en el mercado.
La gran cuestión está, además, en cómo en los últimos años la desinformación y las noticias falsas se han convertido en un elemento al alza, un poder creciente y abrumador, con unas conclusiones y efectos que van mucho más allá de los virales de hace unas décadas que circulaban entre los consumidores.
Además, y como acaba de demostrar un estudio, el contexto en el que nos movemos ha hecho que las cosas sean mucho más complicadas. Las redes sociales nos han hecho mucho más débiles ante la desinformación: hacen que nos creamos mucho más las fake news.
Eso es lo que ha demostrado un estudio realizado por investigadores de la McGill University. Según sus conclusiones, que han tomado cómo percibimos las noticias sobre la covid-19, las redes sociales hacen que seamos más receptivos a la desinformación. Sus datos apuntan que aquellas personas que se informan usando principalmente redes sociales tienen una visión más errónea sobre la pandemia que aquellas que siguen los medios tradicionales (esto es, cabeceras de medios de información).
No solo eso. Quienes se informan usando medios es más probable que sigan las recomendaciones de las administraciones en términos de salud, como la distancia social, que quienes llegan a la información usando lo que ven en sus feeds sociales.
Los investigadores usaron para llegar a estas conclusiones a una muestra de usuarios canadienses. Como apuntan en las conclusiones, que recoge Phys, los datos resultan preocupantes porque el número de ciudadanos que usan como fuente principal de noticias a Facebook o Twitter va en aumento. Si se tiene en cuenta que los datos muestran que la circulación de noticias falsas y desinformación en sus feeds es más habitual que en los medios de comunicación, se comprende la magnitud de la situación.
Por tanto, y llevándolo al terreno de las empresas y las marcas, la situación es preocupante. Los consumidores también darán cada vez más por bueno lo que ven en esos entornos sin ser muy críticos con el contenido, lo que hará que las historias falsas sobre sus productos y su reputación puedan circular con cada vez más fuerza.
Las compañías tendrán que esforzarse por ser más transparentes y comunicar mucho mejor para que los efectos de esa situación no sean muy negativos y contrarrestarlos.