
Vivimos momentos difíciles y muchas naciones requieren de la urgente aplicación de soluciones alternativas para hacer frente a la complicada situación económica actual. Fomentar la iniciativa emprendedora, la creatividad y la innovación es una de las apuestas principales para impulsar la competitividad en un marco de crisis internacional.
En muchos países se está poniendo de moda el mundo del emprendimiento, poco a poco está penetrando entre la población. Y lo cierto es que suena muy bien: progreso, dinamismo económico, clase creativa, creación de valor, crecimiento del país, etc.
España necesita más que nunca de emprendedores que creen empresas para dinamizar esta economía estancada y, aunque con cierto retraso como en casi todo, es necesario el lanzamiento de las campañas de sensibilización y los planes de ayuda que se están llevando a cabo desde la Administración Pública para estimular un ambiente emprendedor y potenciar la generación de nuevas unidades económicas.
Sin embargo, emprender no es tarea fácil y menos hacerlo en la triste coyuntura actual. Y lo peor se da cuando muchas personas se lanzan a emprender sin una situación personal adecuada, sin unas competencias básicas, una formación mínima y una preparación previa en lo referente a la planificación y disposición de capital para realizar la inversión. Luego vienen las sorpresas.
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