En la empresa, cada nuevo avance tecnológico se ha hecho a regañadientes. En su momento, se cuestionó el uso de la máquina registradora, del ordenador, fax, teléfono móvil o Internet. Adoptar la tecnología en cuestión en el momento oportuno siempre supone una gran ventaja competitiva, así que entrar con retraso puede salir muy caro.
Nadie discute ya si hay que estar en Internet, pero hace tiempo que estamos asistiendo a una etapa de adopción de las redes sociales a nivel personal y empresarial. Sin embargo muchas empresas, especialmente PYMES, están confundiendo la introducción en redes sociales con la adopción de una tecnología: hay que estar en redes sociales y están.
Para ello, con mayor o menor acierto, encargan el aprendizaje de las herramientas a una o varias personas. Es decir, les enseñan a utilizar un martillo, un serrucho y una paleta, y esperan que construyan una casa, aunque tampoco tienen muy claro cómo debe ser ésta, ni les entregan los planos que deben seguir para construirla. Como en el mundo físico, en el online también encontramos muchas “obras abandonadas”, por haberse comenzado sin criterio.
A finales de 2011 se contabilizaban más de 500 millones de sitios web, casi la mitad de ellos creados durante el mismo año. Con este dato, podemos imaginar cómo está creciendo Internet y cómo seguirá haciéndolo en los próximos años. En cuanto a usuarios, las cifras hablan de 2.000 millones de usuarios a nivel mundial, aunque esta cifra aumentará por lo rápido que se extiende el uso de Internet en los países emergentes gracias a los smartphones y las tabletas.
Los datos de las redes sociales no son menos impresionantes, con unos 1.000 millones de cuentas estimadas para Facebook y cerca de 500 millones para twitter, además de un buen número de redes sociales que van apareciendo regularmente y acumulando usuarios.
En cuanto al comercio electrónico, la facturación estimada en 2011 rondó los 700.000 millones de dólares en todo el mundo y se calcula que puede llegar a 1,4 billones de dólares en 2015.
Por tanto, está abierta una gran oportunidad para las empresas que quieran aprovechar las ventajas que el entorno 2.0 ofrece, que no solo consisten en vender. Este entorno también facilita la creación de marca, el servicio al cliente, los test de producto y, a partir del contacto con el cliente, el conocimiento del gusto del consumidor o la detección de tendencias.
Estos números tan apabullantes insinúan una de las claves para prosperar en este entorno: conseguir una visibilidad adecuada. La presencia online es algo más que tener una web y estar en redes sociales.
Hace tiempo que quedó superado aquello de “si no estás en Internet, no existes” y casi lo está también otra máxima: “si Google no te encuentra, no existes”. Lo importante para tu empresa es lo que pasa después de esa búsqueda.
Una vez que el posible cliente haya llegado a tu web debe poder acceder fácilmente a la información que busca y debe encontrar un proceso de compra sencillo y que le ofrezca seguridad. Seguridad y autoridad son valores que, entre otros, proporcionan los contenidos ofrecidos en tu blog corporativo y la relación con tus clientes en distintas redes sociales, así como su opinión acerca de tus productos o servicios. También debería ser fácil que este cliente pueda compartir sus descubrimientos, dar su opinión o pedir más información.
Aunque esto pueda parecer algo enrevesado, en realidad no es muy diferente de cómo hemos hecho las cosas antes de existir Google o Internet.
Hasta hace poco tiempo, cuando querías saber algo de una marca o producto, por ejemplo, cuando querías cambiar de coche, comprabas varias revistas para informarte, consultabas la opinión de tus amigos y te basabas en las experiencias de otros usuarios a tu alrededor para tomar una decisión de compra.
Ahora consultamos Google en lugar de comprar revistas, pedimos la opinión de nuestros amigos en las redes sociales y valoramos la reputación online de la marca antes de tomar la decisión. Incluso, a través de las redes sociales, podemos contactar con algún experto en la materia.
No hemos hecho otra cosa que replicar en el mundo digital lo que ya hacemos en el mundo de los átomos, adaptándolo al nuevo entorno.
En el mundo físico, seguro que tienes muy claro que si tuvieras que poner un negocio lo harías en un lugar concurrido, allá donde los potenciales compradores van a pasar frente a tu escaparate. También resulta bastante obvio decir que tratarías de que tu local fuese lo más cómodo posible para tu visitante y que, tanto la colocación de los productos como la información relativa a éstos, tendría como prioridad la facilidad para ser encontrados y entendidos. Asimismo, te cuidarías de ofrecer un excelente servicio para que las opiniones favorables de los clientes satisfechos fuesen tu mejor publicidad.
Esto, que resulta tan obvio en el mundo físico, no parece tan fácil cuando hablamos del entorno digital. También es cierto que en este entorno, todo es bastante nuevo y día a día van apareciendo nuevos recursos y herramientas, que requieren de un importante esfuerzo tanto en conocimiento como en la fase de aprendizaje.
Este hecho está provocando que cada vez cobre más importancia el diseño de una estrategia adaptada al “ecosistema social”, cuyo funcionamiento es bastante diferente de su equivalente físico. Las redes sociales están compuestas de personas que se relacionan y comparten intereses, por lo que no son bien recibidas las técnicas de marketing intrusivas, más generalizadas en el mundo físico.
La visibilidad no se puede conseguir de cualquier manera. Una estrategia equivocada o inexistente será una bomba de relojería de efectos imprevisibles. Las buenas estrategias de presencia online combinan la presencia en varias redes y manejan varios recursos, cada uno de ellos adaptado a sus particularidades y a los objetivos marcados.
Desplegar las acciones necesarias para conseguir la visibilidad en el entorno 2.0 requiere una inversión económica menor que en otras plataformas de promoción para conseguir los mismos resultados. Sin embargo, si se carece de una estrategia, se puede malgastar una gran cantidad de tiempo y recursos y, así y todo, no conseguir resultados.
Por supuesto, la visibilidad existe aunque tu empresa o marca no esté utilizando estos canales. La mala noticia es que esa visibilidad y, por lo tanto la imagen de tu empresa en el entorno 2.0, está en manos de terceros y puede que un comentario negativo puntual sea lo único que aparezca en una búsqueda, con el consiguiente perjuicio.
Las personas pasan ya más tiempo en Internet que en ningún otro medio y una gran parte de ese tiempo lo pasan interactuando en las redes sociales.
Cada vez hay más empresas que valoran lo que tiene de oportunidad esta tendencia. De hecho, de las 100 empresas más grandes del mundo, 87 tienen presencia en, al menos, una red social.
Por lo tanto, es importante utilizar los recursos 2.0 (página web, blog, redes sociales y otros) en base a una estrategia orientada a conseguir los objetivos marcados, utilizando herramientas adecuadas para optimizar las acciones, analizar las interacciones y medir los resultados. Esta estrategia debe ser diseñada, ejecutada y supervisada con la ayuda de buenos profesionales para rentabilizar las inversiones en tiempo y dinero y conseguir resultados.