Es como preguntarse quién fue antes, si el huevo o la gallina. Existen teorías para defender ambas posturas. Un usuario puede llegar a una marca atraído por su producto, que en ese momento cumple una necesidad, y concentra las características básicas que el cliente necesita.
Esta acción de compra puede abrir una vía de acercamiento entre la marca y el usuario, a partir de la cual? si el producto satisface el cliente, éste podrá acoger de buen grado otras acciones de la marca, querrá saber más sobre ella, se mostrará receptivo. Si a raíz de estas interacciones la marca consigue acercarse a su cliente, establecer contacto, hacer que la comunicación fluya, posiblemente este cliente llegue a convertirse en fan. Incluso puede ir más allá, si la relación se consolida, podrá ejercer de influencer en su entorno, actuar como embajador de la marca y conseguir nuevos adeptos. Éste puede ser el ejemplo de Tupperware, una marca que nació a finales de los años 30, y cuyo producto se extendió a todos los hogares, consiguiendo adeptos a raíz de que los clientes comprobaran su calidad. Esta fama ha trascendido hasta nuestros días, y se transmite hoy en día mediante el boca a boca. Su estrategia de ventas está basada en las recomendaciones del entorno más cercano de los usuarios. Esta marca no cuenta con establecimientos propios, ni contrata campañas de publicidad. Sus principales embajadores son su público objetivo: mujeres, principalmente amas de casa; quienes dan a conocer las bondades del producto en reuniones privadas, a su familia y amigos. Estos nuevos adeptos, pueden pasar a hacerse fans de la marca, siguiendo la orientación de su influencer. A partir de aquí irá conociendo cada vez más detalles de la marca, recibiendo información sobre sus productos, e interactuando con ella. Si estas acciones resultan interesantes para este fan, si se siente a gusto interactuando con la marca, continuará fomentando esa relación. Si además la marca decide tener con él un detalle, obsequiarle con algún descuento o muestra gratis de su último producto, ya se verá especialmente motivado, más vinculado a la marca, e incluso puede llegar a contratar dicho producto o servicio, pasando a convertirse en cliente. Por otra parte tenemos a los usuarios que son fans de una marca, pero puede que nunca puedan llegar a convertirse en clientes. Como por ejemplo sucede con los fans de Ferrari; es una marca que arrastra a miles de seguidores, quienes conocen con detalle su producto y acompañan a la marca allá adonde vaya. Pero ésta es inalcanzable para el bolsillo de muchos de ellos, quienes sin embargo no pierden la esperanza de alcanzarla, y mientras tanto se contentan con soñar con ella. Los caminos pueden ser distintos, pero el final es el mismo, el objetivo debería ser que el fan sea cliente, y que el cliente sea fan; que ambos perfiles tengan una experiencia positiva de la marca, se sientan identificados con ella y contribuyan a fomentar su notoriedad, a darla a conocer a otros usuarios, futuros seguidores y fans de la misma.