Las redes sociales en el trabajo no tienen por qué ser una distracción, sino una herramienta de productividad, que a su vez favorezca la integración del equipo humano; lo que favorece tanto el buen funcionamiento de la empresa, como su calidad humana de cara a la galería. Así lo pone de manifiesto James Froud en un interesante artículopara The Guardian, a través del cual, destaca el valor de las redes sociales y su utilidad en la actividad diaria de la empresa.
Suponen una nueva vía de comunicación. La gran aceptación de las redes sociales por parte de los usuarios deriva en una nueva forma de conectar, rápida, efectiva y económica. De este modo, es posible alcanzar directamente a un nuevo grupo de clientes potenciales, que difícilmente sería posible utilizando cualquier otro medio de comunicación. Ante nuestros ojos se abre un campo compuesto por los de más de mil millones de usuarios en Facebook, 350 millones de Twitter o los 150 de LinkedIn.
Para aprovechar esta sinergia, las empresas deben formar a sus empleados y animarles a que tomen parte de la conversación online. En la formación y concienciación sobre su buen uso residen las claves del buen funcionamiento de este nuevo canal de comunicación.
El 45% de las empresas recurre al foro interno de la empresa como vía de comunicación con sus empleados, pero solo el 24% reconoce haber tomado alguna iniciativa en cuanto a la regulación y apliación de las redes sociales en el entorno laboral. Para ello, se recomienda tener en cuenta los siguientes aspectos:
Regulación de uso. El primer paso es decidir qué presencia van a tener las redes sociales en la actividad interna de la empresa. Es inevitable hoy en día impedir el acceso de los trabajadores a sus perfiles sociales, en cualquier momento y lugar, debido a la interconectividad que permiten los dispositivos móviles. Por esta razón, es recomendable asumir la realidad y sacar provecho de ello.
Política de empresa. Se debe redactar una política interna de la empresa, adaptada a la realidad de la misma, su actividad y necesidades, que describa las pautas de comportamiento y uso de las redes sociales como una herramienta más para generar negocio. Dicha política debe establecer una serie de limitaciones:
Medidas de control. La apertura de la marca a este nivel amplifica notablemente tanto su alcance, como su exposición pública. Por ello es necesario reforzar las prácticas de monitorización y seguimiento de todo lo relacionado con la empresa, su sector y sus empleados.
Estrategia de comunicación. No deja de ser arriesgado el hecho de conceder potestad a los empleados para actuar en el medio online en nombre de la empresa. Por ello conviene establecer un tono único de la conversación, así como una serie de recomendaciones de comportamiento y, por supuesto, contar con un plan de actuación ante cualquier problema que pueda surgir.
Se trata de una iniciativa que puede beneficiar notablemente a la empresa, aunque no deja de ser un reto. Lo importante es la formación, la concienciación sobre la importancia del nuevo papel que van a adquirir los empleados y el firme propósito por parte de la empresa de crear una comunidad interna viva y unida. Para ello resulta imprescindible velar por que los trabajadores se encuentren bien en el entorno laboral en el que trabajan. De no ser así, estas medidas pueden suponer un arma de doble filo, alimentando los problemas internos de la empresa.