Por Redacción - 23 Diciembre 2013
El cliente debe ser el centro en torno al cual gire la empresa. Es importante tener en cuenta sus necesidades e intereses a la hora de diseñar una estrategia de ventas, de crear un nuevo producto, de planificar la campaña de marketing y, por supuesto, de habilitar los canales que permitan llegar hasta él y favorecer una comunicación directa y fluida.
Las pequeñas empresas cuentan con la ventaja de su menor tamaño, lo que les permite una mejor agilidad respuesta, de adaptación a los cambios y una mayor flexibilidad a la hora de adaptarse a sus necesidades, y de ofrecer un trato personalizado. Ventajas que han de ser utilizadas como valores diferenciales; unos atributos que pueden aplicarse con el fin de mejorar la experiencia de compra:
Así, las pequeñas empresas están en disposición de prestar más atención a los pequeños detalles. Tal es el caso de los envíos, que pueden personalizarse con un detalle en función de los gustos o preferencias del cliente; en lugar de la muestra o el cupón standard que enviaría cualquier gigante del ecommerce.
Gracias a los avances tecnológicos, la empresa puede detectar en tiempo real quién ha interrumpido su proceso de compra. Una oportunidad para acercarse al cliente, averiguar el motivo de su abandono y poder recuperar el carrito. El 46% de las compras no se completan debido a problemas de usabilidad o carga de la página (SaleCycle). En estos casos, una intervención a tiempo por parte de la empresa podría contribuir positivamente a mejorar la tasa de conversión, además de contribuir a solucionar dudas de última hora.
Utilizar los datos personales para algo más que para llenar documento. Además de su fecha de cumpleaños, podemos indagar más en función de su histórico de compras, y enviarle una oferta personalizada, bien para que repita la acción de compra, transcurrido un tiempo prudencial, bien para que adquiera un producto complementario. También se pueden aprovechar los cambios estacionales para lanzar promociones puntuales.
Las redes sociales son un canal efectivo para fomentar la relación con los clientes, especialmente a pequeña escala. Los minoristas tienen la oportunidad de conocer más detalles sobre quién ha comprado sus productos, y utilizar estos medios para fidelizarles. Así, conviene diseñar acciones dirigidas a fomentar el engagement, invitándoles a participar e interactuar con la marca. Por ejemplo, creando concursos de fotos, donde los clientes suban sus fotos utilizando los productos. Es una forma de familiarizarse con la marca, y de favorecer el acercamiento.
Por tanto, las pequeñas y medianas empresas tienen la facilidad de acortar la distancia entre la marca y el cliente, y con ello la posibilidad de estrechar el vínculo y ofrecer una experiencia plenamente satisfactoria. Es cuestión de hacerse el firme propósito de cumplir este objetivo.