Por Redacción - 1 Junio 2021
Las primeras menciones que llegaron a mi feed de Twitter llegaron desde tuiteros que habitualmente comparten temas de nutrición, alimentación o salud. Luego, las menciones saltaban desde todas partes y desde todo tipo de cuentas. La conclusión de todos esos mensajes era la misma: Nestlé nos está llenando de productos poco saludables.
La historia arrancó con una filtración a la prensa. Por supuesto, el documento del que ha salido el dato no estaba pensado para los medios de comunicación, pero llegó de todos modos al Financial Times. Según un documento interno que circuló este año entre los altos ejecutivos de Nestlé, más del 60% de sus productos más populares de comida y bebida no alcanzan la "definición reconocida de saludables". "Algunos de nuestros productos y categorías nunca serán healthy por mucho que los renovemos", concluye el texto, según lo que ha publicado el FT.
Solo el 37% de los productos de Nestlé destinados a la alimentación humana logran una puntuación superior al 3,5 en el sistema de ratio de salud que usa Australia. Esa nota es la que se usa como baremo para marcar lo que es sano y y lo que no. En algunas de sus categorías de productos, los resultados son incluso peores. El 99% de los dulces y helados y el 96% de las bebidas no llegan a esa media.
En realidad, los datos no son tan sorprendentes, especialmente si se mira qué categorías dan los peores datos y se piensa en todo lo que se ha escrito y señalado sobre este tipo de productos en los últimos años. Por haber, hasta hay cuentas en redes sociales especializadas en señalar cómo de insanos en ciertas áreas son este tipo de productos (por ejemplo, el azúcar, el nuevo enemigo público número uno).
Los artículos en medios sobre los problemas de los productos envasados y sobre la carga insaludable de algunas categorías se han repetido una y otra vez durante los últimos tiempos, al tiempo que crecía la consciencia de los consumidores sobre qué comen y qué aporta.
Pero, a pesar de que los consumidores tenían ya esa información, la filtración del Financial Times es un problema para Nestlé. Lo es porque ataca su estrategia de negocio y su reposicionamiento de marca y lo es, sobre todo, porque es un golpe reputacional.
Sobre el primer punto, no hay que olvidar que la compañía - como muchos otros gigantes de la alimentación y de los productos de supermercado - ha ido lanzando productos mucho más saludables o comunicado al máximo posible sobre sus ingredientes y sobre cómo se hacen las cosas.
Solo hay que coger un bote de Nesquik, el popular chocolate en polvo, para verlo. Las explicaciones en el bote se centran en hablar del origen del cacao pero también en dar pautas de vida saludable. Para reforzar esa idea, también se ha lanzado un producto nuevo que se vende como una versión "all natural" de su polvo de chocolate.
Las compañías están intentando reposicionar sus productos y hacerlos más saludables, para conectar con esa creciente preocupación de los consumidores.
Sobre el segundo punto, los datos del Financial Times resultan comprometedores porque no llegan desde fuera. Son parte de un documento interno. Los consumidores sienten, ante este tipo de filtraciones, que la compañía sabía algo que no estaba diciendo.
Nestlé tendrá que intentar que los consumidores no se queden con la idea de que les ocultaban algo o de que les estaban mintiendo, algo que en la era de la transparencia y la autenticidad en la que ahora estamos es mucho más importante y decisivo.