Resulta difícil encontrarcontenidos de calidaden la red y no es que no los haya sino que es tan ingente la cantidad que parece mezclarse todo en una especie de barullo que sostiene cualquier cosa escrita, sea del tipo que sea y responda o no a un mínimo de calidad.
Parece que está abierta la veda en la red a que cualquiera pueda decir u opinar sobre algo y eso me parece fantástico ya que ésta debe ser sinónimo de liberalización, un campo de ideas abierto no solo a la información sino a la reflexión que nos haga a todos, a través de la circulación de eselibre pensamiento, un poco mejores en lo que somos y hacemos.
Sin embargo cuesta, como si de aguja en pajar se tratase, encontrar esa ansiadacalidad.
Antes que bloguer soy lector y aunque indudablemente puedo encontrar mis referentes, hacer mi colección de favoritos y disfrutar de sus lecturas, también es cierto que esta sensación de excesiva complacencia y escaso rigor técnico se ha convertido en un mal endémico que padecemos todos en nuestras incursiones enInternet.
Me llama la atención algunos medios que siendo a priori baluartes en susmodelos de comunicaciónno aplican los filtros necesarios para optimizar esa supuesta calidad y, aunque aquí podamos entrar en la disyuntiva de definir este concepto con cierto relativismo, creo que no escapa a nadie esafalta de rigor, esa mezcla en los conceptos,esa novedosa forma de contar las cosas no ya con un criterio poco desafortunado sino transformando incluso la raiz propia de esos conceptos, lo que realmente atribuimos y aprendimos como su acertada definición.
Hay quién lo embellece dentro de unaestructuraaparentemente casi perfecta pero que al menor aliento deanálisisse desmorona como un castillo de naipes.
Porque al igual que el televidente tienen unaexperienciadefinida y contrastada sobre qué ver y qué canal le reporta mayores garantías, el lector también ha de presumirse experimentado en ese viaje hacia elcontenido de calidad.
Sin embargo, por desgracia, y me refiero especialmente a esosmedios de amplia difusiónque recojen artículos por doquier o seleccionadas colaboraciones, deberían reflexionar sobre su propia visión demarcaya que el impacto mediáticode lo que puede parecer bueno y responder a esos mínimos de calidad quizás esté desechando a un público que exige más cada día, un público más experimentado que sabe leer entre líneas y cuya calidad no debe ser un exigible sino una constante natural de ese medio a través de la cual tenemos lapercepción de su marca.
Pero claro, quizás esto pueda interesar a pocos, ya que lo que probablemente importe sea el número de retweets, las veces que sea compartido el mensaje en diferentesredes socialesbajo un título llamativo perosin una aportación real y clara al lector.
Y quizás sea ese el problema, queInternetsea una especie de televisión digitalizada donde haya para todos según gustos y apetitos pero eso no significa que esos medios eludan suresponsabilidadsi realmente desean ser lo que nos venden, lo que dicen ser y no cambiemos de canal tan pronto nos fatiguen.