Que internet ha cambiado las reglas de juego en los negocios no es una novedad a esta altura del nuevo mileno. Pero sin embargo la conciencia sobre el impacto en la forma de relacionarse y hacer negocios online sigue en plena transformación.
El entorno virtual es el terreno de juego, el contenido digital es el vehículo de la comunicación y el marketing de contenido es el método para construir relaciones con la audiencia para atraerla y retenerla.
Todo ese contenido que se crea para establecer un vínculo con la audiencia, más allá de lo atractivo e interesante, debe reflejar claramente la identidad de su creador. Y para ello, como un elemento fundacional de la estrategia de marketing de contenido, las empresas deben abordar la definición de su identidad verbal. Si la identidad no se refleja en el contenido éste resulta, cuanto menos, impersonal.
Hace algunos años bastaban unos pocos textos dentro de una página web y algunos mensajes estandarizados de correo electrónico para comunicarse con los potenciales clientes.
Hoy los canales y puntos de contacto online con la audiencia se han multiplicado (web, blog, email, redes sociales, foros, comunidades, portales de colaboración, medios, etc.), y la necesidad de contenido por parte de los usuarios está obligando (literalmente obligando) a la empresas a expresarse como nunca antes lo habían hecho.
Si bien el concepto de identidad verbal no es novedoso para las grandes compañías, en la actualidad, cualquier empresa que pretenda relacionarse online con su público objetivo debe enfrentarse al reto de reflexionar sobre su identidad verbal.
Con millones de piezas de contenido inundando la red cada día, dotar a los contenidos de la identidad verbal del creador es imprescindible para distinguirse con una voz propia y reconocible en cada elemento de lectura, gráfico o multimedia.
Es la clave para ser reconocido y diferenciarse, la clave para no pasar desapercibido o ser confundido con otro...
La identidad verbal es el conjunto de características expresivas que se asocian a un individuo, marca o empresa. Su relación con el marketing de contenido es directa, puesto que la identidad verbal debe trasladarse a los contenidos para imprimirles personalidad.
Si pensamos en una conversación presencial, la identidad verbal es la forma de expresarse de las personas: su tono de voz, su pronunciación, la forma de usar las palabras o el tipo de oraciones que construye. Cada una de estas características tiene su equivalente en la identidad verbal de una empresa, que es la que debe imprimirse en el contenido que genera para llegar a la audiencia.
Esencialmente, estas características pueden agruparse en tres:
La identidad verbal es (debería ser) única, como la voz de cada individuo y debe guiar la creación de contenido. Es la clave para ser reconocido por la audiencia y que esta se encuentre reflejada en ellos, y por lo tanto con los valores que se transmiten.
La capacidad de influencia que puede tener un contenido está más relacionado con como se dice que con lo que se dice...
Sin identidad verbal, los contenidos quedan afónicos y nadie oye lo que se quiere contar.