
Por Redacción - 24 Abril 2017
El storytelling es una de las capacidades más importantes que hay que tener cuando se quiere construir la imagen de una marca. El storytelling, el saber contar historias, es lo que hace que el receptor del mensaje conecte con él, que establezca vínculos e incluso que recuerde mejor lo que se le está contando. De hecho, el storytelling es tan importante que puede hacer hasta que el cerebro reaccione de forma diferente a la historia hasta que percibamos como más valiosos ciertos productos frente a otros.
Pero cuando se habla de storytelling y de su importancia se suele olvidar un escenario. Se suele hablar de lo que importa para las marcas, para la publicidad, para las historias o, por supuesto, para los escritores literarios, pero no se suele hablar de lo que importa para el profesional y por profesional debe entenderse cualquier profesional. Porque en un entorno en el que la marca personal es cada vez más y más importante y en un escenario en el que hay que conseguir no solo resultar más atractivo como profesional sino también destacar por encima de una competencia cada vez más abrumadora, el cómo se cuenta lo que se tiene que contar y el cómo se genera el marco de una historia se pueden convertir en más y más importantes. Esto es, no solo uno tiene que construir su historia ligada a la marca personal, sino que además tiene que contarla bien.
Por ello, el storytelling es también decisivo y muy importante para la marca personal. Sin embargo, no es difícil que los profesionales crean que, en realidad, ellos no tienen mucho que contar. Cuando se habla de historias, se suele pensar en grandes historias y no en lo cotidiano. Si pensásemos por ejemplo en lo que tiene que ser una gran novela o una gran película, rápidamente todos traeríamos a colación alguno de los grandes clásicos, con sus historias bastante complejas y sus tramas llenas de giros dramáticos. Con ello estamos olvidando que hay igualmente grandes novelas y grandes películas que solo están contando lo cotidiano, pero que saben hacerlo bien.
Algo similar ocurre con el storytelling y la marca personal. Como recuerdan en una columna en MarketingWeek, no todos hemos escalado el Kilimanjaro y es perfectamente correcto que no lo hayamos hecho. No por ello nos habremos quedado sin nada que contar a la hora de construir historias que impulsen nuestra marca personal.
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