Las fake news (noticias falsas) se integraron a nuestro lenguaje diario desde las elecciones presidenciales de Estados Unidos de América en 2016, pero han existido en Latinoamérica desde que hay dictadores y presidentes, como también desde que hay medios financiados publicitariamente por los gobiernos.
Las fake news engloban la desinformación, propaganda, engaños, inexactitud en el periodismo y similares, las que por internet y redes sociales han multiplicado su impacto, dejado de estar suscritas a un ámbito geopolítico, impactando la vida de ciudadanos, la democracia y el mercado financiero; y siendo su finalidad engañar a la población.
El desarrollo tecnológico ha sido un aliado de las noticias falsas, reduciendo las barreras para que comerciantes de desinformación han un negocio rentable de las necesidades de engaño que tienen diferentes personas e instituciones.
Aunque la desinformación se vincula generalmente con actividades estatales y servicios de inteligencia, desde el 2016 han aumentado los ataques contra organizaciones y personas, siendo los más comunes los ataques ideológicos destinados a desacreditar a actores sociales.
La mayoría de fake news siguen una lógica común y cada una de estas etapas tiene herramientas habituales de uso:
Entre los métodos utilizados para la generación de contenido falso, se pueden mencionar:
Si bien es difícil y complejo combatir información falsa, no es imposible. Teniendo presentes las etapas de creación de fake news, se pueden adoptar medidas, siendo ideal actuar cuando están en la fase de creación o publicación, pues cuando alcanzan la circulación se vuelve más una cuestión de limitación de daños.
Algunas medidas que podemos adoptar para combatir las fake news son las siguientes:
No obstante, estas medidas preventivas siempre podrán ser vulneradas porque los desinformantes van cambiando sus métodos y aparecen nuevas herramientas.
Las inquietudes socioculturales, las finanzas y la situación geopolítica seguirán siendo los ejes de las fake news durante el 2018, especialmente por la innovación de herramientas para este tipo de prácticas y la fácil diseminación que brindan las redes sociales.
Entre las situaciones que se espera sigan aconteciendo, y las concepciones ideales que deberían ocurrir, se pueden nombrar las siguientes:
Estas tendencias hacen suponer que estamos en el inicio de una guerra de información, donde deberemos ser cautelosos en el consumo de noticias para no contribuir a propagar desinformación tendiente a engañarnos o controlarnos.
Si bien no se puede realizar una censura de contenidos por poder caer en atentados contra la libertad de expresión, además de porque las redes sociales con censura excesiva perderían seguidores, la autocensura de las personas pasará a ser un factor clave, al igual que la acción de las empresas.
El estudio de Kantar "Trust in News" revela que la reputación de los medios tradicionales se ha mantenido casi intacta, siendo la televisión y los impresos reconocidos como más fiables que las redes sociales.
Las fake news han logrado que las personas que reciben informaciones las contrasten con otras fuentes previo a compartirlas, siendo la media de 4 fuentes informativas diferentes según revela el estudio. Sin embargo, 1 de cada 5 personas siguen compartiendo noticias sin haber leído más que el título.
Asimismo, las webs de noticias, video y podcast, han superado a la televisión como primera fuente informativa, pese a que le atribuyen difundir información dudosa.
Respecto a pagar por el acceso a la información, la mayoría de personas indicaron que no le ven sentido a pagar por noticias debido a la gran cantidad que circula de manera gratuita en Internet, por lo que los medios deben comenzar a pensar en nuevas formas de administrar sus bases de datos de clientes.