Los ruidos mediáticos, de cierto modo, nos inducen a ser fácilmente impresionables; actitud errática al momento de discernir y llevar a cabo la libertad de expresión en nuestras sociedades. En la actualidad, muchos canales que intentan actuar en calidad de "informante útil" para el beneficio de una comunidad con necesidades de información clara y al instante, se han convertido en un dispendio de comunicaciones tergiversadas, recurriendo, en algunos casos, al uso de propaganda malintencionada. Se nos ha vuelto cada vez más difícil discernir entre qué es verdad y qué es mentira; incluso, mucha gente queda con un fiel convencimiento de certeza sobre un hecho falaz que intenta esconder una verdad de la luz pública.
Por lo anterior, muchas comunidades han ido perdiendo la confianza en los medios, creando un desinterés por lo que "los expertos" expresan en canales de comunicación y falta de credibilidad en su labor moral como informantes públicos. Con el auge digital y fácil acceso a redes sociales, hoy en día cualquier persona puede actuar como juez o verdugo con mensajes divisorios que lo único que logran hacer es resquebrajar las sociedades que se encuentran tan polarizadas por los sistemas sociopolíticos de los países.
Nos hemos dejado absorber tanto por la tristemente célebre "cultura del show y la inmediatez", que nuestras posturas e ideas dentro de una comunidad se han visto influenciadas notoriamente por el consumo de medios y canales digitales, llevándonos a tomar decisiones únicamente basadas en aquello que escuchamos y/o leímos en alguna fuente. Poco a poco y, en la medida en que nos sintamos cómodos con la información al alcance de cualquier dispositivo electrónico, seguiremos teniendo aquel sesgo que afecta a una porción grande de la población por no hacer una lectura crítica de la información.
Independientemente de sus posturas en una comunidad, algunos agentes políticos y sociales aprovechan cualquier canal comunicativo para desinformar o crear mensajes malintencionados que generen pasiones, nublando un poco el debate racional que las personas deberían hacer sobre la temática de interés. Aunque el tema sea complejo de analizar e investigar, en la actualidad las industrias mediáticas permean todos los niveles socioeconómicos, generando alcance de información a un "click". Sin embargo, esa información muchas veces no es completa, o simplemente es de transmisión corta.
De acuerdo a lo anterior, no nos debemos encapsular en titulares que muchas veces intentan despertar emociones sobre ciertos aspectos sociales, omitiendo una verdad que, de ser leída conscientemente al analizar otros medios, nos forme una perspectiva más provechosa y clara al momento de emitir mensajes o mantener una postura dentro nuestra comunidad. La clave está en no dejar que se siga forjando una enajenación social, y para ello cada persona debe consumir los medios con lucidez, apartándose del campo emocional en el que se pretende caer por simple desinformación o desacuerdos.
En la medida en que como sociedad evolucionemos dentro del universo digital, vamos a estar más expuestos a una sobrecarga de información. Sin embargo y, con el alcance inmediato para el consumo de medios, en nuestras manos queda forjar una postura veraz y justa para evitar que las bases morales de nuestra sociedad se continúen agrietando.