
Una buena herramienta de comunicación interna multiplica por diez el éxito de una estrategia
Cuando una compañía decide apostar por la comunicación interna, en primer lugar, debe definir una estrategia acorde con la estructura, posibilidades y valores de la empresa e implicar a la dirección en el proceso. Si la cúpula directiva predica con el ejemplo, el resto del equipo tarde o temprano se animará a adherirse al proyecto. Del mismo modo, si están entre los primeros en usar la herramienta, inspirarán a los empleados a hacer lo mismo.
Una vez completado este primer paso, la empresa debe buscar la herramienta o herramientas que utilizará para llevar a cabo esa labor. Para acertar en ese proceso de búsqueda, los responsables deben tener en cuenta varios aspectos. El primero de ellos es realizar una auditoría de la empresa y un autodiagnóstico de la comunicación interna que se ha realizado hasta el momento, si es que se ha llevado a cabo alguna acción. Se deben analizar, al menos, los resultados obtenidos hasta la fecha y la respuesta de los empleados. También resulta muy útil conocer la percepción que los trabajadores tienen a través de un cuestionario.
Una vez realizado este primer análisis, es esencial fijar objetivos generales y metas cuantitativas como la tasa de utilización de la herramienta, la frecuencia de publicación o las interacciones recibidas por parte del equipo. Aspectos fácilmente medibles y que ayuden a valorar la eficacia de ese nuevo instrumento.
El siguiente paso es dar respuesta a unas preguntas que ayuden a definir lo que se busca. Por ejemplo, ¿todos los empleados tienen acceso a una dirección de correo electrónico? ¿Qué proporción de la plantilla trabaja desde casa? ¿Hay empleados desconectados, como pueden ser las personas que pasan su jornada en ruta? Así sabremos si una solución netamente digital será suficiente o si, por el contrario, deberemos complementarla con un formato físico.
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