Artículo Marketing viral

¿Cuál es el secreto para convertir un contenido en un fenómeno viral?

Las emociones son las que hacen que el consumidor primero visione un vídeo y luego lo comparta
Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...

El éxito o el fracaso en la red se miden por el impacto que han tenido las cosas que se han lanzado a circular en internet. Las cifras que marcan lo que se ha conseguido son el número de retuits, el número de veces que se ha subido al muro de Facebook de los seguidores de la marca (y el número de me gustas conseguidos la primera vez que el contenido se compartió) y el número de visionados que, si se trata de un vídeo, puede tener en YouTube. Los virales son como gasolina para prender el fuego del engagement entre el usuario y la marca y por tanto son uno de los bienes más preciados a los que las empresas pueden echar mano en la comunicación en los tiempos de las redes sociales.

Un viral hace que el mensaje se multiplique por cifras estratosféricas, que consiga un eco que ninguna otra campaña de marketing habría podido conseguir y que lo comunicado se quede en el corazón, por así decirlo, del consumidor. Pero hacer que un vídeo corporativo, que un anuncio, se convierta en un viral no es en absoluto sencillo. ¿Qué debe hacer una marca para logralo? Es decir, ¿cuál es el secreto para convertir un contenido en viral?

No existe una fórmula perfecta, aunque muchos son los que intentan encontrar los parámetros de la ecuación que indiquen qué va a ser un viral y qué no. Pero algunos estudios y el análisis de lo que ha conseguido hasta ahora batir records en la red y convertirse en mensajes virales permiten establecer algunas líneas maestras sobre cómo convertirse en un viral.

Lo primero, y lo más importante, es el aspecto emocional. Las emociones son las que hacen que el consumidor primero visione un vídeo y luego lo comparta. Ocurre con los mensajes que en realidad son promocionales y ocurre con los vídeos que en realidad son subidos a YouTube con otra intención cualquiera y que acaban siendo compartidos de forma masiva. Dumb Ways to Die despertaba ternura y risa al mismo tiempo. El famoso vídeo en el que un niño contaba su primera experiencia en el dentista adormilado por los efectos de la anestesia apelaba a nuestra empatía. Uno era publicidad y el otro no, pero todos ellos consiguieron miles de reproducciones y se quedaron para siempre en la memoria de sus espectadores.

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Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...
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