Por Redacción - 20 Abril 2016
Posiblemente uno se haya cruzado con este tipo de contenidos hasta en LinkedIn, a pesar de que esa es la red social profesional y posiblemente este no es el contenido más adecuado para ella: una imagen llena de elementos muy parecidos invita al receptor a testar su agudeza visual y encontrar el elemento que es diferente. Cuando se entregaron los Oscar, por poner un ejemplo, se viralizó por la red una imagen en la que había que buscar al Oscar escondido en una imagen de un personaje de la Guerra de las Galaxia. Los tests visuales son solo una pata. A ellos hay que sumar todos los test de personalidad, todos los tests que prometen descubrir algo sobre ti escogiendo elementos y todos aquellos que invitan a probar la edad mental o la rapidez mental del receptor. ¿Y quién no ha intentado probar su memoria fotográfica empleando alguna imagen que circula por Facebook o por Twitter?
Este tipo de contenidos son muy populares y son prácticamente ubicuos. Los consumidores los aman y todo el mundo los publica en sus perfiles sociales, incluidas muchas veces las marcas. Los contenidos logran elevado engagement, una respuesta increíblemente positiva y son compartidos de forma igualmente masiva. En la lista de las cosas que están abocadas a ser virales desde casi el mismo momento en el que nacen, estos tests y este tipo de contenidos ocupan posiciones destacadas. Pero ¿qué es lo que hace que sean virales? ¿Qué es lo que los convierte en un elemento con una recepción positiva casi universal y que despiertan tanto entusiasmo?
Un análisis en SocialTimes ha estudiado cuáles son los puntos en común que tienen estos contenidos y que es lo que los hace especiales. Y de sus conclusiones se pueden aprender unas cuantas cosas sobre cómo se construyen los virales. Todos estos contenidos se convierten rápidamente en lo último de moda en la red, lo que todo el mundo ve y comparte y lo que todo el mundo consume ávidamente en internet. Si lo hacen es porque conjugan dos características concretas.
¿Cuál es el primer punto que hace que todo el mundo responda a este tipo de contenidos, les preste atención y además los comparta con sus propios contactos? La relación entre unos y otros está muy marcada por la idea de reto. Lo que hace que los internautas se sientan atraídos por estas imágenes y por estos contenidos es que suponen un desafío y, como explican en el análisis, a todo el mundo le gusta un buen desafío. La curiosidad no solo mató al gato... también creó muchos contenidos virales y es la clave para muchos de los clics que realizamos en internet. Cada vez que aparece uno de esos retos que permiten medir la edad mental o demostrar lo que se sabe de una cosa, al receptor le resulta muy difícil ignorarlos y muy fácil dejarse atrapar por el contenido en cuestión.
Estos retos no solo son atractivos por su condición de pequeño desafío, sino que además lo son por otras cuestiones asociadas. Son desafíos, ciertamente, pero no están pidiendo al receptor que haga un problema matemático de nivel avanzado y tampoco están reclamando que se ponga a escalar una montaña. Son desafíos accesibles, que pueden llegar a un público muy genérico y cuya resolución es altamente gratificante.
Y, además, este tipo de contenidos son muy fáciles de lanzar al público e igualmente sencillos de consumir. No hay más que ver cómo suelen ser este tipo de tests en PlayBuzz: un par de clics y se tiene ya todo. La combinación de una cuestión y de otra hace que sean muy populares. Un muy viral test de memoria fotográfica publicado en Playbuzz en marzo acumula ya 3,5 millones de visionados y se coló en medios online de medio mundo.
Pero lo cierto es que estos contenidos no solo funcionan porque sean fáciles de procesar también lo hacen porque conectan con los receptores a un nivel más humano. Es, como apuntan en el análisis, el toque de percepción humana. El contenido no solo es divertido y no solo hace que sea fácil consumirlo, sino que también tiene un efecto directo a nivel psicológico. Es decir, parte de lo que hace que este tipo de contenidos funcionen y parte de lo que hacen que se hagan rápidamente virales es el hecho de que algo en el subconsciente del receptor hace que este se pregunte lo que el test dice de ellos a un nivel más profundo.
¿Qué dice sobre mí y sobre mi psicología? Y la pregunta, que puede parecer muy profunda para un test que circula por las redes sociales, es la que logra esas elevadísimas cuotas de engagement. El contenido ha tocado en lo más íntimo, por así decirlo.
Como explican en el análisis, muchos de estos tests son versiones o elementos muy similares a cuestiones que hemos visto en entornos más formales. Por ejemplo, uno de los tests sobre visión usaba dos colores y se parecía a los que los oculistas emplean (no es lo mismo y los resultados no son similares, pero se establece rápidamente el nexo de unión) lo que genera una especie de tensión dramática antes de saber el resultado: uno quiere saber qué es lo que ese test le dirá sobre él mismo y sus capacidades. Sumado al hecho de que el contenido es divertido (es lo que busca: no se está en la consulta de un psicólogo haciendo pruebas serias), la experiencia logra un elevado engagement y, sobre todo, que cuando se acabe se decida rápidamente que esto hay que compartirlo (y se pone así la rueda otra vez en marcha).