Artículo Marketing viral

Cómo el cerebro responde de forma diferente ante los contenidos e historias virales

El cerebro responde de un modo diferente a las historias que se comparten luego que a las que no lo hacen

Por Redacción - 2 Marzo 2017

Una de las grandes obsesiones de las marcas es convertirse en viral. Es uno de esos elementos que buscan de forma recurrente y que piden una y otra vez a sus responsables de comunicación y a sus expertos en redes sociales. El interés por los virales tiene una explicación clara, o casi se podría decir que varias. Por un lado, que algo se convierta en viral suele acabar implicando que ese contenido salte a los medios de comunicación tradicionales, que lo convierten en noticia. Por otro, la viralidad suele implicar un elevado engagement, ya que los propios consumidores / receptores de estos contenidos suelen no solo verlos/leerlos una y otra vez sino también compartirlos de forma masiva. Y, finalmente, las compañías sienten que este tipo de contenidos acaban implicando que se hable mucho más de ellos y que se les conozca, de forma derivada, mucho más.

Lo cierto, sin embargo, es que convertirse en viral, a pesar de los deseos de las compañías y de sus directivos, está bien lejos de ser sencillo. Se podría decir, de hecho, todo lo contrario. Hacer que un contenido se convierta en viral es especialmente complicado y complejo y supone trabajar mucho y comprender muchas cosas. Varios han sido los estudios que han analizado qué es lo que hace que un contenido sea viral y qué es lo que no lo hace y se han llegado a variadas conclusiones.

A la hora de lanzar un contenido y conseguir que este se viralice, hay que trabajar en varios terrenos y en varios elementos. Hay que vigilar el impacto que tendrá a nivel emocional (las emociones son clave para comprender qué se convierte en viral y qué no), trabajar muy bien el storytelling de lo que se está diciendo o escoger el mejor momento para lanzarlo y los mejores canales para lograr que los consumidores lo descubran y lo compartan.

Pero, además de todas estas cuestiones, los virales tienen que enfrentarse a otros elementos, elementos que no siempre el equipo de marketeros responsable de crearlos puede controlar. De hecho, el cerebro de los consumidores es un elemento crucial que marca lo que ocurre y lo que no en este terreno. El cerebro, como acaba de demostrar un estudio, responde de forma diferente a los virales (aunque comprender por qué algo funciona y por qué no lo hace puede ayudar a orientar las cosas hacia donde se quiere que vayan).

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