Para no pocos profesionales, el verano es un momento perfecto para abordar la mejora de su formación. Se tiene más tiempo libre y hasta un cierto mayor relax para hacer cosas. La estación es, al fin y al cabo, el momento en el que las universidades lanzan sus cursos de verano.

El verano es una oportunidad para adquirir conocimientos, ya que posibilita centrarse en lo concreto y hacerlo además con cursos que suelen tener duraciones más reducidas y planes de formación específicos. Lo más probable es que se encuentre lo que se necesita y también que el curso dure lo suficiente como para ganar habilidades pero no tanto como para sentir la tentación de tirar la toalla.

La formación se ha vuelto casi más crucial que nunca, tanto para los profesionales que necesitan mantenerse en un mercado laboral cambiante como para las empresas que buscan perfiles cada vez más concretos y con habilidades más específicas. Para los trabajadores, por ejemplo, es más importante ahora tener trabajos especializados, que una máquina no pueda hacer.

Según datos de Ironhack, 85 millones de puestos de trabajo están "en riesgo por la automatización". "Esto se traduce en empleados que están en riesgo de perder su puesto o que ya no son valiosos para las empresas, pero gracias al reskilling les damos otra oportunidad y les ayudamos a asumir, aumentar y mejorar sus habilidades digitales", explicaba hace unas semanas en un evento su vicepresidente de Enterprise Sales, Sergio Vives.

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