Por Redacción - 13 Noviembre 2018
Desde que hace unos años los gigantes del comercio electrónico trajeron a Europa el Black Friday, esta fecha se ha convertido en uno de los momentos claves del comercio, tanto electrónico como en tiendas físicas. Es uno de los días en los que más se vende y es uno de los días en los que más se compra.
Es una fecha clave para las compañías, especialmente si se tiene en cuenta que cada vez más consumidores esperan a ese día o adelantan a la jornada sus compras navideñas. Un 26% de los españoles adquiere sus regalos navideños durante ese día y un 66% simplemente compra, según datos de un estudio reciente de Tiendeo.
Pero el día no solo se ha convertido en una espiral de consumo y en un momento clave en las compras, sino también en una jornada clave en lo que a descuentos toca. Los consumidores esperan a ese día o adelantan sus compras a la jornada simple y llanamente porque el Black Friday se ha convertido en un día de descuentos brutales. Es cuando esperamos encontrar muchísimas gangas y es cuando los consumidores esperan precios imbatibles. La imagen del Black Friday se sustenta en sus precios de ocasión y la intención de compra de los consumidores viene marcada por ello.
Las compañías juegan por supuesto con esa idea. Cualquiera que se pasee por una calle comercial en el día en cuestión o cualquiera que navegue por la red buscando ofertas y productos durante el Black Friday se encontrará con avisos con tipografías llamativas, cuentas atrás o colores que hacen que sea imposible no encontrar esa información. Los descuentos son cruciales y las empresas lo saben.
Sin embargo, ¿son esos descuentos reales? ¿Están las empresas realmente bajando los precios de sus productos de forma impresionante y recortando hasta lo imposible su margen de beneficios en una espiral de rebajas? ¿O es el camino al Black Friday en realidad una suerte de preparación para una situación en la que no es oro todo lo que reluce?
Las ofertas de infarto podrían no ser tales o, según las organizaciones de consumidores, no lo son.
"Hemos realizado distintos controles de precios a lo largo de estas semanas, y comprobamos que los tan anunciados grandes descuentos están lejos de ser algo generalizado", explicaban desde la OCU en un estudio publicado tras el último Black Friday. Según las conclusiones del estudio y de la comparación de los precios de 13.000 productos, los precios muestran una realidad no tan bonita como podría pensarse. En la comparación de precios con lo que ocurría el mes anterior, el 40% de los productos costaba lo mismo, el 25% había subido de precio y un 35% había bajado. Partiendo de una comparación entre lo que ocurría el Black Friday y lo que pasaba el fin de semana anterior, en 3 de cada 4 productos no había cambios de precio. En el 1 de cada 4 que sí lo había registrado, un 9% había tenido subidas y un 17% bajadas.
Pero esos no son los datos más curiosos del estudio. Según las conclusiones de la OCU solo realmente un 11% de los productos analizados cumplían con los requisitos para decir que realmente tenían un precio de inferior al del mes anterior. Un 48% de los productos costaba durante el Black Friday el mismo precio que tenían el mes anterior y un 41% superaba el precio mínimo que había logrado en esa comparación temporal (es decir, antes ya lo habían vendido más barato). Los precios del Black Friday no eran, necesariamente, los precios más bajos que habían tenido durante el mes en cuestión.
Sus datos se completan con los de un estudio de otra asociación de consumidores, Facua, que había analizado el mercado en el Black Friday del año anterior. En 2016, según sus conclusiones, se podía hablar de fraude en precios según lo que pensaban 8 de cada 10 consumidores. El 82% de los consumidores pensaba entonces que la gran mayoría de las compañías falseaba los descuentos que ofrecían.
En las conclusiones del análisis de Facua, la asociación alertaba de la práctica usada por algunas tiendas de subir los precios en las semanas previas al día para bajarlos durante el Black Friday. La oferta no sería tal porque, en realidad, el precio sería una vuelta a lo que costaba el producto antes de que la compañía lo hubiese subido para prepararse para los días de ofertas.
Sería un juego de percepciones que haría sentir que se estaba ante una gran oferta, cuando no era exactamente tal. "Si nos fijamos en los precios que había en esas tiendas online un mes antes (del Black Friday), la situación varía notablemente: la media de precios de los productos no baja, sino que sube alrededor de un 2%", explicaba un responsable de la OCU a los medios durante la edición del año pasado.
Los consumidores se estarían dejando llevar por la percepción de estar ante el precio más bajo y el chollo, aunque el análisis crítico de los precios no sostendría esa imagen. Dado que las compras que se hacen en este tipo de jornadas suelen ser compras impulsivas, en las que el consumidor se deja llevar por la sensación de que está ante algo efímero, ese análisis crítico no suele realizarse.
La acusación no es única para el Black Friday. Los días sin IVA de MediaMarkt suelen ser acusados, de hecho, de lo mismo, tanto por los consumidores en redes sociales como por las propias asociaciones de consumidores. En este caso, además, ciertos productos desaparecían de la web, no estando disponibles para los consumidores. Los responsables de la cadena niegan que se produzcan este tipo de acciones y que se manipulen los precios.