Por Redacción - 17 Junio 2019
Cada cierto tiempo, aparece una evolución del ecommerce que va a cambiar todas las cosas y que se va a asentar en el mercado como el elemento que protagonizará el próximo gran cambio.
Hace unos años todos los comentarios y todos los análisis se centraban en el poder del s-commerce y cómo las redes sociales iban a modificar el comercio electrónico. Ahora, el gran tema de debate, análisis y preparación de cara al futuro está en cómo los altavoces inteligentes impactan en el mercado y cómo cambiarán las cosas para las marcas y las empresas. El voice shopping se visualiza como el gran cambio por llegar, uno además que obligará a las empresas a pensar las cosas de un modo completamente distinto ya que la manera en la que se compra vía conversación es diferente a la que se usa ahora mismo.
Pero ¿van a cambiar realmente los altavoces inteligentes y los asistentes de voz el modo en el que consumimos o se van a quedar en un elemento que prometió mucho y no fue tanto como ocurrió con todo el frenesí del s-commerce? Y ¿es eso por lo que tenemos que preocuparnos o en realidad deberíamos empezar a trabajar en analizar de forma más general el comercio electrónico? ¿Es quizás la pregunta que deberíamos hacernos la de si el ecommerce en realidad ha tocado techo?
Eso es lo que algunos analistas empiezan a pensar ya: el comercio electrónico podría haber llegado a su límite de crecimiento. Los analistas parten de una realidad. Aunque muchos consumidores piensan que las tiendas online se están haciendo de oro y que la tienda física está en crisis, lo cierto es que la realidad es mucho más complicada.
Muchos ecommerce siguen todavía sin ser rentables y el hábito de no pagar gastos de envío o pagar muy poco por las compras online está haciendo que en realidad se venda a precios no tan competitivos. Los expertos creen que si los consumidores tuviesen que pagar el coste real de todo lo que compran online y todo lo que está asociado a ello, no comprarían tanto como lo hacen. Los investigadores ponen incluso el foco en Amazon y en sus resultados. La compañía presenta números de infarto en sus cuentas trimestrales, pero lo hacen, recuerdan, gracias al tirón de divisiones como la de servicios cloud.
Entonces, ¿qué ocurre con el comercio electrónico y hacia dónde va su futuro? En este caso, los analistas creen que se acerca un momento de inflexión. Esto es, las cosas van a tener que cambiar ya y el consumidor verá cómo se modifica lo que encuentra online. Los expertos creen que o bien los consumidores verán cómo se reduce la oferta disponible o que o bien tendrán que pagar más por lo que compran en la red.
Sobre este último punto, los analistas vuelven a traer a Amazon a la conversación. En 2018, la compañía subió en un 20% el precio de su sistema Prime en EEUU y lo hizo de forma similar en otros mercados en los que está presente (en España, de hecho, la subida fue especialmente notable para sus usuarios). No solo es el único cambio. También está intentando reducir aquellos productos que por la logística del envío o por los márgenes bajos que dejan no les salen rentables.
Amazon no es además el único gigante del ecommerce que intenta hacer reducción en aquellos elementos menos favorables. Walmart, por ejemplo, está ocultando en los resultados de búsqueda los productos que no tienen buen margen o que son una pesadilla en términos de envíos y está probando a hacer entregas al día siguiente sin programa de fidelización, pero limitadas a productos que salen muy rentables.
A eso se suma que voces de la industria empiezan a hablar de que terrenos en los que se estaba trabajando de forma notable, como los supermercados online, podrían ser escasamente rentables. Un insider explicaba que es imposible hacer dinero con ello (el mercado es todavía muy pequeño) y un estudio señalaba que los pedidos daban un margen negativo del 15%.
No todo es negativo en cómo se ve el futuro y cómo podría cambiar el mercado del ecommerce. Los analistas también creen que el punto de cambio podría estar en simplemente en hacer las cosas más cercanas, más próximas. Es decir, llegar a consumidores en lugares más concretos y específicos, en lugar de apostar por lo global o masivo. Eso se sumaría a los cambios en la oferta y en los precios para hacer el comercio electrónico más rentable.