
El año pasado, mientras la pandemia aún estaba en pleno apogeo y los gastos de los consumidores habían decaído, las ventas en Black Friday experimentaron un crecimiento significativo en varios países, entre ellos España. Se trató de un fenómeno instrínsicamente ligado a las compras online: de hecho, los pedidos realizados a través de internet en 2020 aumentaron un 27% en nuestro país, en comparación con el año pasado, según datos de la empresa Salesforce. Además, casi la mitad de los pedidos en España (un 47%) se realizaron a través del móvil.
Una semana antes de Black Friday, en anticipación del alza en ventas, los anunciantes suelen gastar más de lo que normal en canales de e-commerce, paid search y publicidad en redes sociales. Aunque en primera instancia parece una apuesta inteligente para maximizar compras, es difícil que la inversión en publicidad suponga una diferencia si los anuncios no logran captar la atención de los consumidores.
El ingrediente clave: la creatividad
En torno a estas fechas, suele haber una falta de creatividad y una escasez de relevancia. Las marcas se centran en los descuentos que ofrecen, en vez de aprovechar la diversidad de productos que tienen y dirigirse a los diferentes perfiles de consumidores. Es decir, no suelen adaptar la publicidad en función de los distintos targets y lo que a cada uno le interesa.
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