
Cómo la industria del perfume muestra el futuro experiencial y personal del marketing olfativo
Por Redacción - 14 Enero 2019
Puede que hace unos años el marketing olfativo fuese una especie de gran novedad, de novedoso invento en el que pocos o nadie había pensado antes. Las tiendas estaban descubriendo por qué era importante tener una huella olfativa y lo que hacía que los consumidores no solo las reconociesen en medio de las calles y espacios comerciales, sino también lo que los empujaba a sentir ciertas emociones en relación a las tiendas y sus productos e incluso directamente a comprar ciertas cosas.
Por ejemplo, los supermercados descubrieron el valor del olor a pan y cómo impactaba en el carrito de la compra. Si huele a pan mientras se va a hacer la compra, es mucho más probable no solo que se compren productos asociados al mismo (por ejemplo, jamón para hacerse un bocadillo) pero también más productos de alimentación porque se sentirá que se tiene más hambre.
El marketing olfativo se convirtió en un arma poderosa pero, al mismo tiempo también, en una muy popular. En los centros comerciales estadounidenses, por ejemplo, se empezó a negociar el alcance que podía tener una fragancia de tienda, ya que los olores competían unos con otros.
Por ello, no sorprende descubrir cómo los últimos movimientos de las compañías están llevando el marketing olfativo más de lo genérico a lo personal. Los aromas se emplean para hacer que los consumidores sientan cosas, o se introduzcan en la campaña o el mensaje que las empresas están intentando transmitir. Las compañías de perfumería-cosmética y la industria del lujo están empezando a lanzar acciones ya en este sentido, en las que el acceso al aroma de marca y al mensaje que transmite es mucho más personal y mucho más experiencial. El olor no es solo un elemento de fondo, es la propia experiencia y el propio mensaje.
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