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Guerras y batallas de fans: consumidores que aman u odian a las marcas

Muchos consumidores defienden hasta el extremo los valores y los intereses de sus marcas

Por Redacción - 9 Noviembre 2015

Las guerras del fútbol suelen emplearse de forma habitual como material para crear conflictos en series, novelas, películas y cualquier elemento de ficción en el que se necesite crear tensión dramática y conflicto, pero se necesite hacerlo de forma amable. Dos personajes se enfrentan por el equipo al que siguen, eso crea cómicas tiranteces, pero luego todo se resuelve porque, a pesar de estar enfrentados en cuestiones de fútbol, su amistad es más importante que todo ello. Aunque, por supuesto, cuando se llega al fundido a negro final ninguno de los personajes ha cedido un ápice y todos siguen en las mismas posiciones en las que empezaron, defendiendo sus colores con entusiasmo y aceptando con cierta resignación que el otro no ha cambiado de bando.

Los personajes son un ejemplo clarísimo de los fans entusiastas de las marcas y del poder que estos tienen como dinamizadores de las mismas. El fútbol es un ejemplo claro, uno que en muchas ocasiones ha cruzado el umbral de la simple marca para entrar en el de lovemark y hacer que sus consumidores se sientan mucho más implicados que nunca con las compañías a las que están asociados. El equipo al que se sigue se hereda muchas veces de los padres o está asociado a recuerdos muy emotivos de la infancia, lo que hace que, lo que se siente por él, sea algo que va mucho más allá de simplemente interés. En la relación con esas marcas entran muchos más elementos y sobre todo muchos elementos emocionales.

Pero las marcas de las que los consumidores se hacen fans no tocan únicamente palos tan claros, y de los que se puede establecer una génesis tan clara como es el caso del fútbol y de los deportes en general, sino que pueden encontrarse en muchos más ámbitos y terrenos. Los consumidores son fans de marcas de tecnología, de coches, de ropa, de perfumes, de cacao soluble o hasta de supermercados y defienden hasta el extremo los valores y los intereses de estas marcas, llegando incluso a enzarzarse con los demás consumidores en batallas dialécticas sobre quién es el mejor en su terreno y defendiendo siempre los valores de las compañías que están defendiendo.

La buena es su marca y las demás no le llegan a la altura de los zapatos.

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