
Por Redacción - 30 Marzo 2017
Una de las razones por las que compramos cosas es porque necesitamos cubrir ciertas necesidades. Nos hacemos con pan, agua o leche porque con ellas cumplimos con necesidades básicas y porque, gracias a esos productos, estamos estableciendo el mínimo de lo que necesitamos en nuestro día, por poner un ejemplo concreto. Pero, aunque es difícil discutir por qué nos hacemos con esos productos básicos y la necesidad que tenemos de consumirlos, lo cierto es que el proceso de consumo y nuestros parámetros de compras son mucho más complejos y variados que simplemente eso. No solo compramos porque necesitemos un producto de verdad, sino también por muchas otras razones muy ligadas a nuestra psicología y a nuestra parte menos consciente.
Varios son los principios psicológicos que permiten comprender qué es lo que nos lleva en ciertas ocasiones a comprar ciertos productos y a hacernos con ciertas cosas. Uno de esos principios es lo que los psicólogos llaman conducta compensatoria, un principio que se puede aplicar a muchas cosas y que tiene también un efecto en el consumo.
¿Cómo funciona la conducta compensatoria en lo que a compras se refiere?
La clave está en los diferentes niveles de realidad, o mejor dicho, entre la diferencia entre la realidad y lo que se aspira. Por un lado, está el mundo real, el cómo somos en nuestro día a día y la consciencia que de ello tenemos. Por otro lado, está lo aspiracional, ese cómo nos gustaría ser. Es la meta que nos gustaría alcanzar, el yo soñado que querríamos ser algún día. La diferencia entre uno y otro es lo que hace que consumamos. Compramos para intentar compensar lo que no somos y posicionarnos así más cerca de lo que nos gustaría ser.
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