
Por Redacción - 20 Octubre 2017
Si se abre una revista de principios del siglo XX y se analiza la publicidad que en ella aparece se pueden encontrar ciertos elementos que seguirán durante las siguientes décadas y que se convirtieron en una especie de patrón oro publicitario. Así, durante ese período, aparecieron las estrellas de cine como gran reclamo publicitario.
Los famosos habían sido ya antes un reclamo para marcas y empresas y habían funcionado como un elemento determinante para que se popularizasen productos, servicios, peinados o costumbres. De hecho, se puede remontar a lo largo de la historia para ver este patrón de comportamiento y para establecer cómo se fueron estableciendo. Lo que cambió a comienzos del siglo XX es que todo se convirtió en un elemento mucho más de masas. El cine creó una nueva serie de estrellas globales y los medios de comunicación, con un alcance que iba mucho más allá de lo que se conseguía en el pasado, consiguieron que lo que hacían o decían tuviese todavía más alcance.
De este modo, empezó el reinado dorado de la celebrity y, sobre todo, el negocio dorado de la misma como prescriptora de productos y de servicios. Apadrinaban a las marcas, dinero mediante, para que esas llegasen a sus potenciales consumidores y que estos se hiciesen con sus productos. Lo hacían las estrellas del cine mudo y lo hace (o hacía) el futbolista famoso de turno.
Pero ¿estamos en pleno proceso de cambio de paradigma? Al fin y al cabo, los influencers están convirtiéndose en la nueva obsesión de las marcas y están comiéndoles el terreno. Y no solo eso: los famosos de siempre están dejando camino a una nueva identidad de celebridad. Los famosos son ahora los famosos de las redes sociales.
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